EL SEÑOR SOMBRA

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16 de Octubre 🐈‍⬛

Esa misma noche no pude dormir pensando que aquella cosa seguía ahí afuera, rondando el bosque como un cuervo ronda el maíz.

La luna desapareció dejando ver los primeros rayos de sol entre tantos árboles. No podía mantenerme despierto ni un segundo más, desde el reflejo del ventanal solo veía como mis ojos se cerraban lentamente, queriendo que al despertar me olvide de todo lo que sucedió anoche en el bosque.

Pero un fuerte estruendo en la puerta de entrada me despertó de inmediato, aún estaba demasiado asustado para salir. Empecé a preguntarme ¿Y si es eso? ¿Y si esa cosa me siguió hasta aquí? Tendría que averiguarlo de una manera u otra.

Me acerqué con miedo hacia la puerta de entrada, y con los ojos cerrados salí hacia fuera tocando el pasto mojado a primera hora de la mañana. Pero un simple aleteo refresco mis nervios e hizo desaparecer mi miedo interno.

— ¿Fuiste tú? ¿Tú chocaste con la puerta? –pregunté enfadado.

— Si fui yo. –respondió avergonzada y con una sonrisa de oreja a oreja.

Volteé mis ojos y dije en voz baja — Otra vez ella aquí. Pensé que se iría de inmediato, luego de disculparse por dejarme solo en el bosque con aquella cosa. Pero aún seguía aquí, con su linda sonrisa y su irritable voz la cual ponía mis nervios de punta.

— Muy bien ¿Ya te vas?

— Pensé que quizás podría quedarme aquí. —dijo penosa, mientras acomodaba su largo y delicado pelo hacia atrás.

— No.

— Por favooor. –dijo con su tierna voz interior.

No podía dejarla entrar, temía que Anne la viera o que pensara que estaba loco si me veía raro por los rincones de la casa. Pero tampoco podía dejarla aquí afuera, mientras aquella cosa seguía ahí dentro de aquel bosque, acechando entre las sombras.

–suspire y dije — Está bien, puedes pasar.

Ella ingresó hacia dentro sumamente alegre, explorando todos y cada uno de los rincones de esta enorme casa.

— No vayas a romper nada por favor.

— No, claro que no. –disimulo con su tono de voz mientras ocultaba lo que había roto con sus torpes manos, debajo del mantel de la mesa de la cocina.

— ¿Está todo bien? –pregunte por ese incómodo silencio que se había formado en la cocina.

— Si.

— ¿Seguro que está todo bien? –volví a preguntar mientras me acomodaba en el sofá.

— Si, porque no lo estaría. –respondió después de que una gota de sudor cayera de su frente.

— Ahora que estás aquí. Podrías contarme ¿Qué era esa cosa que vimos en el bosque?.

Ella suspiró y desvió la mirada hacia otra parte, fue como si le causará tristeza y miedo a la vez hablar sobre lo que se oculta entre las sombras del bosque.

— Prométeme que no le dirás a nadie si te lo cuento.

— ¿A quién podría contarle? –pregunte con ironía.

Podía ver cómo sus ojos lentamente se llenaban de lágrimas, y cómo sus palabras se cortaban cada vez que intentaba respirar. Pero aún así, decidió contarme lo que sucedió hace años atrás, antes de qué nos mudemos a este lugar.

— Antes solíamos ser demasiado felices. Tanto como animales y seres mágicos del bosque, convivíamos felices y en paz.

Pero de la noche a la mañana, la luz que solía iluminar todos y cada uno de los rincones del bosque, desapareció. Dejándonos sin luz y con aquel frío que nos hacía temblar de miedo a todos.

Al pasar los días, varios seres mágicos y algunos animales del bosque, fueron desapareciendo con la luz de la luna como único testigo de esos atroces asesinatos. No sabíamos qué era lo que estaba pasando, simplemente estábamos asustados.

¡Uno por uno, los fue cazando!

(...)

Ya no sabíamos por dónde escondernos o a dónde huir, los árboles no lograban ocultar el miedo que nos provocaba verlo a los ojos.

Ninguno iba a lograr salir con vida de allí. Aún así, muy pocos lograron huir de las garras del señor sombra.                                  
Yo soy una de ellos, una sobreviviente que solo intenta volver a encontrar aquel equilibrio que antes había en aquel bosque.

Su historia me dejó completamente paralizado, ni una sola palabra salió de mi boca. Luego de que secara sus pequeñas lágrimas de sus pequeños ojos. No podía creer que aquella cosa haya ocasionado tanto daño, en tan poco tiempo.

El silencio no sé hizo incómodo, ella simplemente acomodó su cabeza y cuerpo sobre mi esponjosa patita negra y con varias lágrimas en su diminuto y delicado rostro, se durmió dejando así pasar el dolor que sentía por dentro.

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La vida de un gato llamado Rufino | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora