La vida rutinaria de un gato llamado Rufino, cambiaría drásticamente. Una tarde de verano, al explorar aquel bosque que tanta curiosidad le causaba.
La rutina desaparecería y todas las tardes, las cuales se aventura al bosque. Se convertirían en un...
Al día siguiente volví a sentirme un tanto incómodo, aún podía sentir cómo aquellos ojos pálidos, me miraban a través de aquel bosque inhóspito.
Esa misma mañana, noté lo contenta que sé sentía Anne, y me pregunté ¿Por qué motivo?. Luego supe la razón después de que cortó aquella extensa llamada.
- Liam vendrá. -dijo contenta.
Volteé mis ojos luego de dar un pequeño suspiro, y mi voz interna gritó por dentro un tanto enfadado. - ¡No puede ser!
El tiempo corría demasiado rápido, lo sabía porque aquel reloj hacía más ruido que una simple campana de iglesia. Podía sentir que era demasiado tarde, el aroma de aquel perfume, me recordaba el poco tiempo del que disponía.
Esperé la llegada de Liam sobre el sofá, mientras me quejaba en voz baja.
Si me lo preguntan, no estoy de acuerdo con esto. El rompió su corazón y ella aún sigue ahí mendigando como una idiota, aquel amor no correspondido de un corazón dañado. ¿Pero qué podría hacer yo? Solo soy un simple gato gordo y casero, que seca sus lágrimas, luego de una nueva desilusión amorosa.
Sus ojos en aquel ventanal, reflejan la tristeza de un amor adolescente no correspondido, y de aquellas desilusiones absorbidas por el calor de este intenso verano.
El tiempo pasó volando y una por una las lágrimas de Anne caían hacia el suelo. Él jamás llegó, él jamás tocó esa puerta. Sólo quedaba aceptar que cayó en aquella trampa mortal, luego de haber dejado su alma entera en juego.
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