Una vez más, me veo atrapado en este círculo sin fin. Aunque se dice que el pensamiento positivo atrae experiencias positivas, mi realidad es distinta. Las personas que entran en mi vida parecen llevar consigo un propósito singular: herirme con sus palabras a. Este constante flujo de críticas me hace cuestionar mi propia valía y me sume en la inseguridad.
A pesar de que algunas personas se acercan, siento que no soy más que una apariencia superficial para ellos. Como si fuera un objeto, un trofeo que muestra para satisfacer sus propias inseguridades. Cada encuentro se convierte en un doloroso recordatorio de mi insuficiencia. Me temo que mi ser no es suficiente para despertar un interés genuino más allá de lo físico. Es como si estuviera destinado a convertirme en el mero adorno en la vida de alguien, un objeto que se exhibe pero no se comprende. La perspectiva de conformarme con ser parte de la colección de otro, o incluso un medio para que otros alcancen sus propios fines, me aterra.
Esta opresiva ansiedad me rodea, y en medio de todos estos pensamientos, anhelo una pausa. Tal vez, en un mundo donde las críticas y las comparaciones son pan de cada día, creo que necesito un frappé.
Andy Martz
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Cartas Perdidas
Short Storyuna serie de cartas sobre pensamientos y sensaciones que quizá te parezcan familiares o tal vez no