La existencia, como un estigma grabado en el tejido del alma, se yergue para los proscritos de linaje como la penumbra inmutable que persiste en la arrogancia. Ustedes, divinidades implacables, reclaman mis días en las profundidades cavernosas, donde los suspiros de almas desgarradas resuenan como melodías de desesperanza en el vasto telar del Ser.
En la fastuosidad de su regocijo, deben contemplar asombrados cómo los desterrados, como yo, desafiamos sus designios, como si fuese el más insubordinado entre los vástagos de su creación, entrelazado en los hilos invisibles de la voluntad en el tapiz cósmico. En tiempos pretéritos, anhelé ser huésped del Averno, y ahora, en una danza fatal con la inevitabilidad, postergaré el encuentro con ese abismo umbrío.
Si mi propia sangre, esa esencia vital que fluye como un río en desesperada corriente, ha de sellar mi destino, no enalteceré sus egos con la sumisión a sus caprichos divinos. En la rebeldía de mis jornadas, enfrentaré el destino como un filósofo maldito en la ópera trágica de su obra, donde el querer y el dolor entrelazan sus notas en una sinfonía desgarradora que resuena en las esferas de la existencia misma.
Andy Martz
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Cartas Perdidas
Short Storyuna serie de cartas sobre pensamientos y sensaciones que quizá te parezcan familiares o tal vez no