No me toques
*.*.*
‹‹¿Matteo Messina?››
¿Qué hacía Lorenzo con ese anciano?
Miles de preguntas amenazaron con hacerme escapar de aquel lugar, pero tenía que aceptarlo, no había nada que yo pudiese hacer por Lorenzo y, ahora más que nunca, sabía que debía alejarme de él por completo.
Apreté las manos del hombre que me sostenía de la cintura y me giré para verlo cara a cara y me di cuenta de que era aquel individuo que le había dedicado mi intento de mirada seductora. Me obligué a sonreír llevando mis manos a sus hombros. Los ojos de este hombre no me atraían, no me hacían sentir nada. Sus labios no me apetecían, ni su sonrisa me parecía atractiva, pero, al menos, iba a poder disfrutar al menos un poco de mi noche.
O eso pensaba.
Seguimos con los movimientos al compás de la música que sonaba, y senti una de las manos del aquel hombre bajando al dobladillo del vestido. Una incomodidad tremenda me hizo sentir pequeña cuando él intentó tocar mi pierna, rosándola con la yema de sus dedos.
Nunca imaginé que de un momento a otro ese hombre desapareciera de mi visual, y los brazos de otro me rodearan por la espalda como si fuese una sustancia preciada.
Escuché unas palabras que no logré entender por el idioma utilizado y luego ese hombre que me había tocado el cuerpo, desapareció completamente, perdiéndose entre todas las personas que intentaban disimular sus miradas.
Volteé mi rostro para encontrarme con esos ojos negros que me atraían tanto, y quise separarme, alejarme de él, pero sus brazos atraparon mi cintura y su mano buscó la mía.
—¡Déjame en paz! —grité cuando intenté volver a zafarme, pero me fue imposible cuando sus ojos encontraron los míos.
Quería huir, pero estaba siendo una maldita tortura apartarme de aquellos orbes que echaba tanto de menos. Sentí ganas de llorar e irme lejos. Nunca había sido débil, y no quería serlo justo ahora, pero la fuerza que ejercía sobre mí, era irreconocible.
Su mirada se paseó por mi rostro, pero rápidamente decidió apartarla para mirar a cada lado, como si estuviese a punto de escapar de alguien mientras rodeaba mi cuerpo con sus brazos, bajándolas hasta llegar a la palma de mis manos.
—Acompáñame —pidió tomando una de ellas.
El temblor me hizo estremecer cuando su mano se entrelazó con la mía. Ni siquiera había visto a mi alrededor ni lo que allí sucedía, pero no tenía que ser genio para saber que él era peligroso solo por pertenecer a la mafia italiana.
—¡Estás loco si crees que voy a acompañar a un mafioso corrupto como tú! —grité soltándome de su agarre y llamando la atención de alguno de los hombres con camisa negra y reloj dorado.
Giró su rostro y lo vi dolido, vi el temor en su mirada.
¿Dónde se había metido Anne?
—Acompáñame para que podamos hablar —pidió en voz baja pero audible, viendo sobre mi hombro con una mirada desesperada, pero podía jurar que kntentaba fingir calma.
—Déjame decírtelo una vez más. ¡No pienso moverme de aquí y mucho menos contigo! —bufé con molestia mientras me zafaba de su agarre y cruzaba los brazos en mi pecho. El alcohol haciendo efecto.
Quería irme.
Él, al ver que no pensaba en moverme, volvió a tomar mi mano viendo sobre mi hombro y me llevó a la fuerza bajo mis protestas que quedaban en oídos sordos, porque nadie hacía nada.
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Un cambio mayúsculo ©
Romance⚠️ADVERTENCIA: SOLO APTO PARA MAYORES DE 18 AÑOS.⚠️ Un pais desconocido. Una aplicación de citas. Un mensaje equivocado de un italiano que despierta curiosidad. Una joven que comienza a experimentar la pasión virtual, aun sabiendo que él es prohibid...