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—Te acompaño a casa —afirmó e hice como si no lo hubiese escuchado cuando comencé a caminar luego de empujarlo para que me dé espacio, sabiendo que detrás de mí su presencia era constante y cercana.
Quería deshacerme de él, pero debía admitir que me gustaba sentirlo ahí, aunque solo sería un efímero instante y que él, luego, volvería con su prometida.
En el camino a la salida, encontré a Anne, con su rostro preocupado.
—¿Dónde coño te habéis metido? —soltó con molestia al corroborar que yo estaba sana y salva —No te encontraba, me teníais asustada tía, debes avisar cuando te vais as... —Las palabras se quedaron retenidas en su boca cuando vio sobre mi hombro y sentí su mano rozar la mía.
—Voy a llevarla a casa —afirmó él, sin tener en cuenta mi palabra.
—¡No! Iré a casa y tu no vas a volver a molestarme nunca más.
Cualquiera podría pensar que era un brote psicótico de mi parte, pero realmente me molestaba que él siga aquí cuando en su casa estaba ella para él. Mucho más me molestaba saber que lo había dejado entrar a mi casa para luego enterarme que era un puto mafioso. Y eso no era todo. Se había atrevido a provocarme, excitarme, todo sabiendo que lo nuestra era imposible, imposible en mayúscula. No permitiría que él lastime a esa mujer, no conmigo. No permitiría ser el cuerno. Segunda responsable de lo que suceda. No quería, no podía.
—Alexa, te subirás al auto y te llevaré a casa. Luego de eso puedes estar tranquila que no volverás a saber de mí —afirmó y mi pecho se agrietó al saber que no lo volvería a ver.
No sentía nada por él. Solo era una atracción física y algo mental. Él era gracioso, romántico, bueno, caballero... pero no era para mí.
—¡Te he dicho que no! —grité, sin darme cuenta de que estaba llamando la atención de las personas cuando los tres hombres que habían venido conmigo se pararon a mi lado y preguntaron que sucedía.
Amplié mi vista, porque si Lorenzo era parte de la mafia y alguien le decía algo malo, estaba segura de que esa persona desaparecería por arte de magia.
—¿Qué pasa, niña? —preguntó Sebastián, observando al hombre frente a mí que me miraba con una mirada asesina, al igual que la mía.
—¿Este idiota está molestándote? —agregó Raúl y la mirada de Lorenzo se dirigió a ellos.
—¿Quieres ir a casa? —añadió Alex, haciendo que quite la mirada de Lorenzo y viaje por el lugar.
Desde lejos podía ver a cuatro hombres vestidos igual que Lorenzo, ponerse de pie mientras miraban para nuestro lado.
Oh, demonios.
—Vamos —accedí, mirando hacia Lorenzo cuando un pinchazo en mi cien me causó mareo que intenté disimular —. Ustedes diviértanse un rato más. Lorenzo se encargará de llevarme —finalicé cuando vi una seña en la mano de Lorenzo y todos los hombres que se habían puesto de pie, volvieron a sentarse con el resto.
Cabrón. Nunca hubo oportunidad de irme sin él.
(...)
Silencio.
El viaje más silencioso de la historia. Realmente iba tan perdida en mis pensamientos que ni siquiera me había dado cuenta cuando llegamos. Me quedé estática cuando el motor del auto se apagó. No sabía qué decir, qué pensar o que hacer.
—No soy parte de ellos —habló, reventando la burbuja de mis pensamientos —. Al menos no del todo —continuó.
—¿Y eso que significa? ¿Qué la mitad de tu cuerpo es una escoria mafiosa mientras que tu otra mitad es una persona buena y normal? —respondí con burla mientras miraba fijaba mi vista en su rostro.
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Un cambio mayúsculo ©
Romance⚠️ADVERTENCIA: SOLO APTO PARA MAYORES DE 18 AÑOS.⚠️ Un pais desconocido. Una aplicación de citas. Un mensaje equivocado de un italiano que despierta curiosidad. Una joven que comienza a experimentar la pasión virtual, aun sabiendo que él es prohibid...