Capítulo 1 (Parte 1)

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Antes de comenzar las saludo mis bebas preciosas. Bienvenidas a este nuevo viaje.
Pido por favor, apoyo con comentarios, votos y recomendaciones.

¡Me ayudaría un montón su apoyo!
S

in más, las dejo en esta hermosura que apenas comienza.
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Nuevo Rumbo

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Sicilia no es solo mafia.

Repetí aquella frase en mi mente una y otra vez mientras pisaba los suelos sicilianos del aeropuerto Falcone-Borsellino.

Mi cuerpo estaba totalmente agotado, mi mente era un torbellino de emociones en las cuales destacaban la felicidad y el miedo. Había decidido dar un cambio mayúsculo en mi vida luego de que mi mente había estado a punto de estallar. Un cambio del que anhelaba no arrepentirme al final de la semana.

Desajusté mi abrigo mientras bajaba los escalones del avión, ansiando no tropezarme y matarme en el intento. Atravesé el desembarque con mi bolso de mano rumbo al interior del aeropuerto bullicioso en la mañana y lleno de gente que hablaba en el idioma que tanto aborrecía por ser complicado.

Mi scusi... —intenté llamar la atención de un hombre que parecía estar allí para dar indicaciones. Mi pronunciación era un desastre y me arrepentía de no haber tomado esa clase antes de ingresar al país. El hombre con signos de edad avanzada giró en torno a mi y me dedicó su atención esperando a que prosiga —. Dov'e il bagno?

Acomodé todo mi cabello rubio claro sobre uno de mis hombros mientras me abanicaba con un folleto de información turística en el que no decía que en pleno abril era la peor desgracia de clima, destacando el calor molesto y pegajoso que hacía arder mi piel blanca.

Si va sempre diritto y giri a sinistra —respondió con señas para ayudarme a ubicarme si es que no entendía el idioma, y le agradecí con un asentimiento junto con una sonrisa mientras seguía el camino indicado hasta dar con las puertas de baños para damas. Agradecí tener zapatillas y no tacones, estaría muriéndome si así fuera.

Debía confesar que poco a poco se me iba olvidando lo que mis padres me habían dicho antes de venir. Me habían advertido que la mafia podía ser insaciable en esta parte del país, que tuviese mucho cuidado, que una mujer de veinticuatro años sola, en un país tan desconocido, podía ser muy peligroso, pero debía atreverme a hacer el cambio.

Sonreí mientras caminaba disfrutando los últimos minutos que quedaban antes de que el trasporte de la empresa pasara por mí.

Atravesé la puerta del baño de damas y me sorprendí por la preciosa decoración que se mostraba. Pisos relucientes con paredes blancas. Todo extremadamente limpio y pulido hasta el cansancio. Hasta las hojas de las plantas estaban relucientes.

Me puse frente al gran espejo de doble cuerpo, apoyando las palmas de mis manos sobre el mármol y miré mi rostro que demostraba fatiga. El viaje desde Ámsterdam con distintas escalas me había dejado totalmente destruida, pero me reconfortaba saber que tendría sábado y domingo para poder ponerme cómoda en el departamento que la empresa ofrecía a los chefs de intercambio, para la estadía en este viaje que tanto temor me causaba.

Puse mi bolso amplio de viaje sobre la mesa del lavado y la abrí para buscar mis toallitas higiénicas, pasando una por mi rostro. La deseché en el bote de basura y busqué mi labial, ese que disimulaba la palidez de mis labios levemente rosados. Busqué el perfume floral y me lo rocié para luego de guardar todo. Sonreí, porque a pesar de todo el cansancio y los cambios, había decidido venir con el fin de ser más feliz.

Un cambio mayúsculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora