Capítulo 2 (parte 1)

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Un nuevo
día

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‹‹Necesito una maldita nueva cama, ¿dónde puedo conseguirla? ››envié el mensaje mientras movía la pierna de arriba abajo con impaciencia.

Nuevo día, nuevas vibras y, aunque no había dormido ni cinco minutos, tenía mucha energía. Había comenzado mi día de una forma diferente, acompañada de un hombre que no volvería a ver. En compañía de un hombre que, a pesar de tener mil razones para quedarse con sus amigos, decidió mostrarme el amanecer en el golfo de Palermo, dejándome a la vista lo hermoso que pueden ser los nuevos comienzos.

Mi primer día en Palermo había sido diferente, pero extasiaste. Había conocido a las dos mujeres que serían mis vecinas y, esperaba, poder entablar una relación de amistad. También había conocido a BigDick, que era divertido sumirme en conversaciones con él como en ese justo momento.

No habíamos hablado más desde la noche anterior cuando me despedí, pero mis inútiles intentos por encontrar un lugar donde comprar la cama con envío incluido, me habían llevado a acudir a sus conocimientos. Quizás era de alguna ciudad cercana y podía proveerme de información.

‹‹ Eso depende de dónde estés y cuánto estés dispuesta a pagar. ›› respondió sorprendiéndome por su rapidez.

‹‹ Estoy en el centro de Palermo y, por una cama, gasto lo que sea necesario. ›› respondí dándole un sorbo al café que había pedido en Spinnato.

El lugar era muy sofisticado, pero podía permitírmelo al menos una vez como bienvenida. El salón de té era inmenso, hasta había una terraza en la cual me pareció extraño que hubiese solo dos o tres comensales.

‹‹Frente a la Piazza Ruggero tienes un montón de dependencias. ¿Quieres que vaya a ayudarte? ››

Un temblor se apoderó de mi pecho ante la posibilidad de conocer a mi amigo virtual. ¿Cómo sería físicamente? ¿alto, bajo, con pelo castaño, rubio, negro, robusto o delgado? Me causaba mucha intriga, pero estaba segura de que lo mejor era mantener la relación de amistad únicamente por medio de mensajes.

Busqué en el pequeño mapa que cargaba conmigo y pude comprobar que la plaza que él me había mencionado estaba justo frente a donde estaba bebiendo mi café negro.

‹‹No es necesario, estoy justo frente a la plaza que me mencionaste, desayunando ›› confesé, arrepintiéndome rápidamente de haberle dicho mi ubicación. De todas formas, mucha gente estaba transitando las calles y dentro del café había mucha más gente. Era imposible que alguien de conmigo.

‹‹ ¿Está rico tu café? Apuesto que con lo quejosa que eres lo tomas negro y absurdamente amargo ›› interrogó y mi corazón se detuvo. ¿Él acaso me estaba observando?

‹‹ ¿Qué te hace pensar que estoy bebiendo café? No me espíes, pervertido. ›› reprendí con curiosidad, intentando disimular que escribía en el móvil para no sentirme observada.

‹‹ No te estoy espiando, pero no necesito ser muy inteligente para darme cuenta de que eres turista en Palermo, dado que no hablas el idioma y no conoces la ciudad ›› contestó con rapidez, haciéndome enarcar una ceja ante sus palabras. ‹‹Además, me dijiste que estabas frente a la Piazza, frente a la plaza está el café Spinnato, el lugar donde todos los turistas adinerados van. ›› concluyó haciéndome relajar por saber que no me estaba espiando ‹‹Solo un pequeño detalle, chica mala, no vayas en ninguna circunstancia a la terraza, las palomas atacan en manada y son muy rudas cuando no sueltas la porción de tarta que ellas desean ››

Un cambio mayúsculo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora