One Piece World | ZoLu | O. P.

𝐙𝐨𝐋𝐮: Mala elección de persona

One-Shot.
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dos semanas. dos semanas desde la pelea; Luffy había quedado inconsciente después de ella y finalmente había despertado.

que coincidencia, era 28 de diciembre.

Se levantó y no escuchó ruido. Ni uno solo.

Le dio igual y se dirigió a la cocina. Tenía hambre. Mucha hambre; Llegó y abrió la puerta encontrándose con la mayoría de sus nakamas, pero había algo raro: Se veían apagados.

Todos dirigieron su mirada hacia él y luego la desviaron.

- ¿qué pasa? -preguntó con confusión. Ninguno respondió; Frunció el ceño y buscó con la mirada a su espadachín, pero no pudo verlo. - ¿dónde está Zoro?

Los tripulantes se miraron entre sí, nerviosos. La habitación quedó en total silencio hasta que finalmente la navegante habló.

- Él... él perdió la ú-última batalla... -murmuró sorprendiendo al pelinegro.

- ¿Y dónde está?

La chica tragó pesado. - Murió, Luffy.

Cayó al suelo de repente, pero los demás no se movieron. - ¿q-que...?

Sus ojos se cristalizaron a la vez que se aguaban para que después finas lágrimas salieran de ellos bajando por su rostro.

Imposible.
No había forma.
Él...

Un grito desgarrador resonó en todo el barco, claramente alertando a todos. Eso no lo habían previsto. Iban a hablar, pero la puerta fue abierta y un peliverde entró alarmado.

'Bien, estamos muertos'

- ¡Luffy!, ¡¿qué pasa?! -le preguntó agachándose junto a él.

El capitán lo miró incrédulo, pero de todas formas lo abrazó, enterrando su rostro en su cuello; Zoro lo abrazó de vuelta, acariciando con cariño su espalda.

- Ya valimos verga. -susurró Usopp con una cruz en la mano.

El espadachín sacó al pelinegro de la cocina, yéndose con él mientras sus nakamas sacaban el aire que no sabían que tenían contenido.

- ¿Qué hacemos ahora? Cuando se entere nos matará.

Chopper entró a la cocina junto a Robin. - Les dije que no debían hacerlo. Aunque sea día de los inocentes no se pueden hacer bromas tan horribles. -regañaba el reno.

Ellos no habían participado en la broma. No les hacía gracia el ver personas que querían llorando por alguna broma de mal gusto.

- Pues debiste insistirnos más. -dijo Nami decaída.

El médico la miró, indignado. - ¡Les dije como veinte veces que no lo hicieran, pero no me hicieron caso!

Los chicos suspiraron. Mejor se escondían.

(...)

Había pasado dos horas consolando al pelinegro, pues este había llorado demasiado y, aunque intentara hablar, no podía. No le salían las palabras ya que estas eran calladas por los sollozos; Ahora ya estaba dormido, milagrosamente.

Salió de la cama con cuidado de no despertarlo y lo arropó mejor. Le besó la frente con cariño y finalmente salió de la habitación, dirigiéndose hacia la cocina con enojo.

- Hablen ya, ¿qué le hicieron? -demandó congelando a dos del trío miedoso.

- ¡Zoro, mi super mejor amigo! -mencionó Franky con sus nervios a flote. Se escuchó un estruendo y fijaron su mirada en el espadachín que parecía emanar fuego.