Día 30. Apasionado y romántico

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Temática Shadonic

Sonic uke, Shadow seme
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(Continuación de "Tu fetiche")
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Acabaremos bonito :>

Ya han pasado seis meses desde aquel inusual encuentro que tuvieron el azabache y el cobalto.

Antes de demostrar que estaba enamorado y que quería algo con el mayor. Debía aclarar sus sentimientos.

Así que el cobalto decidió darse un tiempo con el azabache. No hablarían, pero podrían verse.

Necesitaba tiempo de pensar.

Tanto así que sus hábitos cambiaron, inclusive empezó a dedicarse a hacer ejercicio para calmar su ansiedad.

Algo que notó el azabache.

El cobalto había cambiado e incluso trató de poner su atención en otros chicos, pero no. Apenas veía a un chico, le era inevitable compararlo con Shadow. Dándose cuenta de que el único que tenía en su mente y corazón, era él.

Ya pasó el tiempo transcurrido, y el cobalto no paraba de dejar en las veces que vio al azabache rondar por la escuela y con su genuina sonrisa, lo dejó de acosar y empezó a respetar su espacio, pero a pesar de ello, aún tenía un vicio con sus manos.

Llegaron las vacaciones y todo el mundo salió a disfrutar ese inicio, algunos iban a ir a fiestas, otros al cine, o a ir a un viaje.

El azabache no tenía planes, así que pensó que lo iba a pasar en casa. Al día siguiente decidió salir a caminar.

Sin embargo, apenas salió de su hogar, se encontró al cobalto esperándolo, se acercó y el menor notó su presencia, por ende se paró frente a él.

—¿Quieres caminar por la playa? —preguntó extendiendo su mano.

—Si, me encantaría.

Dudaba en hacerlo, temía en que el cobalto reaccionará, pero no, fue paciente. Eso le dio la seguridad de que quería y tomó su mano.

Ambos caminaron pasando por la ciudad en el atardecer, como las luces de la ciudad iban encendiendo y dejaban a la vista el cielo. La caminata se hacía cada vez agradable, a pesar de que ningún decía algo. La presencia del otro no era más que suficiente.

Empezó a hacer frío y el azabache enredó sus dedos con las del cobaltos, y eso le gustó, ahora ambos mostraban un ligero sonrojo en sus mejillas.

Tanta era su comodidad que no se percataron cuando llegaron a la playa. Cada vez oscurecia pero dejaba una vista preciosa. No lo dudaron y siguieron caminando por allí, el viento golpeaba sus rostros.

Hasta que se detuvieron y se sentaron en la arena, en ningún momento soltaron sus manos. Ahora el cobalto tenía recostada su cabeza en el brazo del azabache.

—Por un momento creí que al tomar mi mano, tú, enloquecerias y que cederías a tus impulsos. Pero me alegra que no haya sido así.

—He aprendido a controlar mi ansiedad.

Hubo un silencio.

—¿Conociste a alguien más mientras tratabas de demostrarme que me amabas?

—Quise, pero por más que intentará, ninguno de ellos me dejaba como tú, ellos no eran tú, me era difícil no compararlos contigo. Pero si te refieres a sentar cabeza o algo así, no pude.

•30 Días OTP•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora