18. Intimidad. (+18)

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NO AFECTA A LA HISTORIA

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NO AFECTA A LA HISTORIA.

Léelo solo si deseas.

Maratón 5/5

Disfruten.

Evie tomó a Henry del cuello y lo besó con una intensidad que contenía la fuerza de una tormenta. Henry, el príncipe de cabellos dorados y porte majestuoso, no era en la intimidad el hombre de la realeza que todos conocían. Bajo el dominio de Evie, su título y su linaje se desvanecían, dejando al descubierto a un hombre vulnerable y apasionado.

Con una precisión y determinación inquebrantables, Evie envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Henry, sosteniéndose con una firmeza que denotaba su control sobre la situación. Henry la sostuvo sin esfuerzo aparente, como si ella fuera una extensión natural de su cuerpo. No tembló ni dudó; la fuerza de sus brazos y su postura firme indicaban que estaba acostumbrado a cargar con responsabilidades mucho más pesadas.

Los dedos de Evie se deslizaron hasta el cabello de Henry, enredándose en sus mechones dorados y tirando ligeramente. La respuesta de Henry fue inmediata, sus manos se afianzaron en la espalda de Evie, sosteniéndola con una mezcla de fuerza y ternura. En ese momento, no había príncipe ni villana, solo dos almas entrelazadas en un encuentro que trascendía títulos y jerarquías.

El aire a su alrededor estaba cargado de una tensión casi palpable, un silencio lleno de promesas y secretos compartidos. Evie llevaba las riendas de aquel momento, guiando cada movimiento con una certeza innata. Henry, aunque poderoso y acostumbrado a tomar decisiones cruciales, se dejó llevar, confiando plenamente en ella.

Sus miradas se encontraron, y en los ojos de Henry había una mezcla de admiración y deseo. Era un hombre acostumbrado a ser obedecido, pero en esos instantes se rendía ante Evie, dejándose guiar por su pasión. Cada beso, cada caricia, era un testimonio de la conexión profunda y única que compartían.

En esa intimidad, las barreras se desvanecían, y el príncipe se convertía simplemente en Henry, un hombre profundamente enamorado, dispuesto a seguir a Evie a donde ella lo llevara. El mundo exterior se desvaneció, y solo quedaron ellos, atrapados en un remolino de emociones y sensaciones que los unía de una manera que nada ni nadie podría romper.

Evie miró a Henry con una sonrisa traviesa mientras sus dedos jugueteaban con los botones de su camisa. —¿Sabes, Henry? Nunca te he visto tan vulnerable—, dijo ella con una voz baja y seductora.

Henry, sintiendo el peso de su mirada, respondió con una sonrisa torcida. —Contigo, Evie, no tengo que ser el príncipe perfecto. Puedo ser simplemente yo—, susurró, acercándose más a ella.

Evie se rió suavemente, sus labios rozando la oreja de Henry. —Me gusta este lado tuyo—, dijo mientras desabrochaba el último botón. —Es mucho más interesante que el príncipe que todos conocen.

Henry la miró, sus ojos llenos de deseo y afecto. —Y a mí me encanta cuando tomas el control—, admitió, su voz llena de sinceridad. —Me haces sentir libre, Evie.

Ella lo miró fijamente, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y ternura. —Entonces, déjame ser la que guíe esta noche—, dijo, sus labios rozando los de Henry en un beso tentador. —Déjame mostrarte cuánto te deseo.

Henry no necesitó más palabras. Asintió lentamente, entregándose completamente a Evie. Cada movimiento, cada caricia, estaba lleno de una pasión contenida, de una conexión que iba más allá de las palabras.

En ese momento, el príncipe desapareció, y solo quedó Henry, un hombre profundamente enamorado de la mujer que tenía delante, dispuesto a dejarse llevar por ella a donde quiera que lo llevara.

Henry se sentó en la cama, quedándose con Evie encima de él, el bulto en su pantalón era muy notable y comenzaba a doler.

—¿Que quieres que haga, Príncipe Henry?— Evie rozo sus labios con el lóbulo de su oreja, causándole escalofríos.

—Tócame.— Henry soltó, su tono lleno de súplica y excitacion. Sus ojos se volvieron oscuros y la sonrisa torcida lograron que Evie quisiera más que unos simples besos.

—Cómo ordene, Alteza.— Evie bajo de su regazo y se arrodilló frente a él.

Henry mordió su labio inferior, la imagen frente a el era una fantasía; Evie arrodillada, liberando el botón del pantalon de su traje, dejando a la vista su bóxer.

La peliazul relamio sus labios, y tomó el elástico de aquella prenda, dejando a la vista la magnitud del príncipe.

Sus dedos se envolvieron en su polla, dejando caer el líquido pre-siminal. —Recuerda, mi amor, alguien puede escucharnos.— Henry respiró profundamente y asintió.

—Solo hazlo, cariño.— El apodo hizo que Evie quisiera que Henry la tocara de inmediato pero se contuvo.

Su boca envolvió su glande, causando jadeos por la parte de su novio, exitandola aún mas. Henry se tomó el atrevimiento y agarro su pelo en un moño  con su mano. Evie se separo un poco y tomó un gran respiro, era demasiado grande.

—Ven acá.— Henry ordenó y la peliazul acato la orden, subiendo de nuevo en su regazo. —¿Puedo?— El príncipe preguntó, sus dedos rozando con la entrada de la peliazul, la chica asintió casi de inmediato.

La tela de su ropa interior fue rota. —Maldita sea, Henry. ¿Cómo me iré de aquí?— Evie estaba sorprendida por la verocidad de su novio, quien ya no era tierno, era salvaje.

—No tienes que irte.— La intimidad de Evie choco con la punta de su polla, sacándole un gran gemido.

Oh, dios.— Evie respiró profundamente, mientras que Henry se deslizaba dentro ella, llenándola casi por completo. La peliazul se sostuvo en sus rodillas, deteniéndose un momento, tratando de adaptarse a su tamaño.

Henry espera pacientemente, la imagen de su novia encima de él sólo lo hace ponerse más duro.

Evie cae por completo después de unos segundos, un gemido sincronizado suena por toda la habitación. Evie apoya las manos en el abdomen del rubio, comenzando a moverse de abajo hacia arriba.

Henry coloca sus manos en la cintura de Evie, ayudándola con su movimiento, haciéndolo más rápido, duro y placentero.

El sonido de sus cuerpos chocando resuena por la habitación, y yo no les importa ser escuchados.

Ambos gimotean con fuerza, el placer los invade por completo. Evie se detiene un momento soltando un pequeño murmullo. —Me voy a correr. — Henry suelta una sonrisa y ahora el realiza el movimiento, de arriba hacia abajo. —No puedo aguantar mas.— El rubio lo hace más rápido y brusco, él también está apunto de correrse.

Hazlo, mi amor.— La villana soltó un gran gemido, su cuerpo cayó en el pecho de su novio, quien no se dejó de mover. Las piernas de Evie tiemblan con fuerza, el orgasmo los invade a ambos.

KING - DESCENDIENTES -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora