CAPÍTULO 46

7 5 3
                                    

Miray

Una vez llegamos de Eodum, todos nos sentamos en el comedor mientras esperábamos la hora de la cena, Aibek se sentó presidiendo la mesa, esperando que Frode y Ash hicieran un informe de nuestra misión, hablaban tranquilamente mientras le narraban lo sucedido. Todos estaban felices de poder ver a mi hermana de nuevo, aunque algunos tenían un semblante preocupado por su estado, no solo físico sino mental, debido a la extraña posesión que sufrió antes de que la capturasen. Pero el rey nos calmó diciendo que unos elfos que se encontraban aquí la revisarían para ver si aun mantenía algún tipo de maldición en su cuerpo y la ayudarían, soltando así toda esa tensión sobre ese tema, por ahora podíamos estar tranquilos.

Hablaban despreocupados, cuando después de todo el caos vivido una imagen vino a mi mente. En mi enfrentamiento con Arek, algo pasó, estaba segura de que eso no era normal. El destello de luz que salió de ambos evitando así que pudiéramos herirnos de gravedad, había sido de lo más extraño. Recuerdo muy bien el brillo de sus ojos, la expresión de sorpresa y sentí que escondía algo más de lo que habíamos podido ver, sentí calidez en ese momento antes de salir disparada por los aires. Me sentía muy confusa y mi cabeza iba a explotar en cualquier momento debido a todo lo que estaba pasando. Estaba abrumada al no encontrar respuestas en ningún lugar, sentía que nos habíamos metido en un laberinto y que cuanto más buscábamos la salida, más difícil y más escondida se encontraba. Suspiré agotada y me apoyé en la mesa con uno de mis brazos mientras me frotaba la frente. Acto que alguien no pasaría por alto.

- Miray- me llamarón desde el extremo de la mesa, era Aibek- ¿Qué ocurre? - me miró entre curioso y preocupado.

No supe muy bien que contestar en ese momento, su mirada me analizaba como si intentara leer dentro de mi en busca de la verdad, como si pudiera pensar que lo que tenía para decirle pudiera ser una mentira piadosa para ocultar mis sentimientos, pero llegados a este punto, de nada me valía guardarme cosas para mí, pues si alguien podía darme respuestas, ese era él. Así que con toda la tranquilidad del mundo y sin desviar mi mirada de él, narré como fue mi lucha cuerpo a cuerpo con Arek, concretamente el momento en donde ese resplandor tuvo lugar, lo que sentí y como él se sorprendía a la vez. No entendía que había pasado y porque me resultaba tan difícil olvidarme de él, cuando a veces solo pensaba en hacerle daño, pero en el fondo sentía algo extraño, una conexión con él que parecía atraerme y que no era desagradable. Suspiré después de contarle todo y él se mantuvo con su rostro impasible, con la mirada perdida, como si estuviera pensando en algo.

- Acompáñame- dijo de repente, sin dejarme pensar en lo que acababa de pedirme.

Lo miré con sorpresa, mientras él se acercaba a mí, me tendía su mano y dudando un poco se la di, su contacto era tan suave y tan agradable que en pocos momentos mis nervios desaparecieron. Él tenía ese poder en mí, el de hacer que todo mi mundo se sintiera en calma y seguro a su alrededor. Me arrastró prácticamente con delicadeza, pero con prisas hacia el interior del castillo, dejando a todos los demás con miradas sorprendidas y confusos, pero no dije nada y simplemente me dejé guiar. Entramos por las grandes puertas, recorrimos unos cuantos pasillos que todos me parecían iguales, pero estaba segura de que por ese lugar no había pasado en ningún momento. Subimos unas escaleras que se me hicieron eternas, eran estrechas y oscuras, lo único que nos alumbraba eran varias antorchas que iban encendiéndose a nuestro paso, era todo tan mágico y tan extraño que no pude evitar sentir un escalofrío y que, a pesar de estar junto a él, un sentimiento aterrador me recorriera el cuerpo. ¿Qué sería eso tan importante para no poder decirlo delante de todos? ¿Qué quería mostrarme? ¿Era sobre lo que había pasado con Arek? Las preguntas y las dudas se agolpaban en mi cabeza y sentía como temblaba mi cuerpo por la incertidumbre. Bajé la mirada y miré nuestras manos unidas, un rubor recorrió mi rostro, él no se había parado a mirarme en todo el trayecto y lo agradecí porque no quería sentir más calor en mis mejillas. Me quedé mirando nuestras manos cuando sin darme cuenta paró en seco, haciendo que inevitablemente chocara contra su espalda y él levemente me miró por encima de su hombro algo divertido, baje la mirada avergonzada y solté su mano algo nerviosa. Su cercanía hacía que mi corazón se acelerase, pero no entendía muy bien por qué, quizás por su fuerte presencia, su dulzura y elegancia, hacía que mis ojos lo vieran tan hermoso y especial, que alteraba todos mis sentidos sin apenas darse cuenta. Levanté mi mirada, cuando sentí que podía hacerlo y vi que estábamos en una gran puerta de madera con varios dragones grabados. Mis ojos se abrieron por la impresión, mientras él tocaba la puerta y pronunciaba algo en un idioma que no entendía para nada. Después de eso, se alejó y unos destellos dorados comenzaron a recubrir la puerta, remarcando los dibujos que había en esta, hasta crear una puerta blanca con las figuras bañadas en oro, esto era magia. Me quedé mirando la puerta y desvié mi mirada hacia él con una ceja levantada como si lo que estaba viendo fuese lo más extraño del mundo, como si ver dragones no hubiese sido suficiente.

FINAL DRAGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora