✺ : Nota III

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Luego de ese primer encuentro con Norman, no tengo muchos otros que recuerde a la perfección o al menos que desee rememorar

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Luego de ese primer encuentro con Norman, no tengo muchos otros que recuerde a la perfección o al menos que desee rememorar. La impresión de las drogas en mi sistema me hacían tener lagunas mentales intermitentes en las que ni yo misma sabía en qué lugar o tiempo me encontraba.

La depresión ha sido mi compañera en mis recuerdos de antaño, pienso que ella nació conmigo y estuvo como un parásito que se extendía por mi insalubre cuerpo, alimentándose de mí hasta llegar a su destino, a mi cerebro. Con el único objetivo de dejarme en estado vegetal.

Amelia, pobre Amelia. De valium y fentanilo, de hierba y cocaina. De Bacardi y vino del 77s, escuchando una melodía de los 60s, sollozando en la bañera con un cigarro apagado en la comisura magullada de sus labios debido a que se cortó las muñecas. Patética.

Oh mi miserable Amelia, mujer llena de pesadumbre.
Su madre anhelaba un niño valiente y capaz, no una niña tonta e ingenua. Pero su padre, muy por el contrario a su progenitora, parecía emocionado de que ella naciera fémina.

Amelia dulce Amelia: Mujer trabajadora, ¿Estimabas mucho a tu abuela, no es así? Era tan buena y noble, lastima que por culpa del cáncer se halle hoy en día en los brazos de Azrael. Alejada de tu amor innato.

Amelia, tú estás muerta, no hay palabra embellecedora que pueda alterar tu realidad. Divisa tu cuerpo, es un estigma, una execración. Observa en silencio tus marcas, suministra más anfetamina incluso si tus brazos se pudren. Busca la paz en la estimulación para lograr dejar de llorar tal como una estúpida sin el mínimo ápice de valía.

Examínate y examínalo a Él, un siervo y una gitana. Un noble y una mundana. Ése hombre sería tu esposo y tú su ama de casa. Así que dime, Amelia, ¿aspirabas a salir embarazada? ¡¿Cómo podrías si quiera imaginarlo?! ¿Querías un bebe adicto, un adefesio, un fenómeno?

No estás usando la cabeza.

Norman no pretendía tener un hijo destrozado idéntico a su madre. Considero que por eso prefería que fueras sólo su amante, esa musa que tenía un único valor cuando se encontraba recostada entre sus sábanas blancas.

Mujer, cuéntame. ¿Por qué no te conformabas con estar exclusivamente con tu padre? Vamos, recapitula, trae a tu mente esas noches de invierno, saborea lo amargo de su puro y la manera tan elegante en que la colocaba sobre tu piel, dejando a su paso vestigios circulares y rojizos.

Pídele perdón a Dios, Amelia. Dice todos los días tu madre como si estuviese programada para ello. Ilusa, la propia señora que te dió a luz nunca quiso ni deseó por asomo escuchar tu versión de la historia.

Amelia. ¿Es esa la razón por la que amabas tan intensamente a Norman, no? Te hacía escapar por escasos momentos de esa caótica casa y te escuchaba.

¿Realmente te escuchaba?

Si bien es eso lo que se ve a la luz del Sol, conozco muy bien cuando hay un engaño. Da la casualidad de sé que lo amabas por los calmantes que te deba, y en parte por el sexo oral que te brindaba.

Perra. Perra. Perra. Me estás perforando la cabeza.

¿Quién es la más bella de todas las damas en la nobleza?

Míráte y míráme, dos polos opuestos.
Sigue escribiendo como lo has estado haciendo. Pronto tendrás que ir al cementerio a verlo.

Besa su lápida de la manera en que nunca lo has hecho, duerme sobre ella y ofrécele tus más sinceras condolencias. A causa de que ahí se encuentra tu hombre, ése es tu hogar, el lugar al cual perteneces.

Drogáte y fallece, Amelia. Es el bien más grande que le puedas brindar a un mundo el cual no te debe nada. Dirígete al infierno y asesina a Norman con tus manos como tantas veces has deseado.

Sin embargo, Norman era cándido, inocente, era fiel, era bueno. Un ángel entre los cuervos.

"Tú lo mataste", así dijeron. Los mismos ignorantes que tenían vendas en sus ojos que les impedía ver más allá de la farsa.

Ah. Basta.

Amelia, deja de anotar tu versión de los sucesos.
Ya van dos páginas.

* Nota: Extraño los abrazos de Norman, me producían un sentimiento de libertad, de vida.

Amelia: una visión del insulso pasado © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora