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STEVE

En cuanto Leslie se fue y las puertas de la cabaña estuvieron cerradas de nuevo, Bucky se volvió hacia él. Ahora parecía tímido, y se rascó la nuca como si buscara las palabras adecuadas para llenar el extraño silencio.

—Este... Gracias por quedarte. —Bucky apartó la mirada a un lado, lejos de él—. No quiero que te sientas obligado a estar aquí porque te lo pedí. Espero que no haya sido de esa manera con todo lo que hemos hecho estos días.

Steve se acercó más. Sabía que tenía todo el derecho a sospechar de las generosidades de un desconocido, pero se sintió como un patán al verlo con esos ojos tristes. Le costaba pensar mal de Bucky.

—Oye —le llamó para que lo mirara—. No me siento obligado a nada. Solo... no estoy acostumbrado a todo esto, o a que un extraño haga tanto por mí.

Bucky asintió, un poco menos tenso que antes.

—Razonable... Gracias.

Steve sonrió de pura ironía. No entendía por qué el hombre forrado en plata le agradecía con tanta honestidad. En su cabeza simplemente no tenía sentido.

—¿Gracias por qué? No tienes que agradecerme nada. Creo que el que debería agradecer soy yo. Todo lo que has hecho por nosotros...

—Ya te lo dije antes —se apresuró a decir Bucky—. Todo eso fue porque disfrutamos pasar el tiempo con ustedes.

—Aun así, gracias. Y... también disfrutamos estar con ustedes, me gusta pasar el día contigo. Pensé que iba a sentirme solitario como el resto del tiempo, pero ha sido diferente, y ha sido bueno.

Bucky sonrió, una sonrisa genuina de oreja a oreja que resplandecía casi tanto como sus ojos. Asintió mientras aguantaba una risita y lo miró.

—Realmente me alegra oír eso. Eso, y que no soy un imbécil intenso.

Esta vez fue el turno de Steve para reír.

Nah, que va, no digas eso.

Bucky hizo un gesto a su alrededor.

—Entonces... ¿quieres la sauna o el jacuzzi?

—La verdad es que necesito preguntarte algo —dijo.

Mantuvo una distancia prudente entre ambos. No quería hacerlo sentir agobiado por meterse en su vida, pero quería saber que no se estaba liando con alguna clase de mafioso.

Bucky apoyó las manos en su cadera. Steve intentó no mirar toda esa piel desnuda frente a él que tanto le estuvo tentando antes.

—Vale, dispara.

—Todo esto que haces, el dinero que gastas... No eres un rescatista normal, ¿verdad?

Bucky sonrió de lado, una sonrisa cansada de alguien que prefería olvidar una verdad desagradable. Negó con la cabeza mientras suspiraba, y después volvió la vista hacia él.

—No, no lo soy. ¿Es muy evidente?

—Algo, sí. Es que, a ver, no logro juntar la idea que tengo de un rescatista con todo el dinero que has gastado. —Steve se dio cuenta de que suponer era algo irrespetuoso, así que añadió—. No me quiero meter en tus asuntos, solo tengo curiosidad.

Bucky lo observó ceñudo.

—Para que conste, no he fingido nada. No soy un capo, ni un traficante o un político, o cualquier cosa que genere dinero ilícito y que atente contra cualquier principio en el que creo.

Finding a heart at the sea [STUCKY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora