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BUCKY

El yate se alejaba mar adentro lejos de la costa. Las aguas estaban tranquilas aquella mañana y la Estrella Roja surcaba el oleaje con gracia como un corcel. Cada vez más lejos, a su espalda, el sol finalmente coronó el monte Liamuiga como una candente aureola dorada. Los rayos de luz eran quebrados por el borde irregular de la montaña y marcaban pinceladas de rojos y naranjas en el cielo azul.*

Bucky se acercó a sus hijos, que observaban el amanecer desde el nivel superior. Abrazó a cada uno por encima de los hombros y los atrajo hacia sí, estrechándolos a los dos en un abrazo.

—¿No les dije que era importante salir temprano? —les preguntó con arrogancia—. ¿Su viejo tuvo o no tuvo razón?

—Sí, sí. —Jason asintió con un gruño que Bucky aceptó complacido—. El viejo tenía razón.

Bucky sonrió, y apartó la vista del cielo para ver a Nathan.

—¿Qué hay de ti? ¿No le darás la razón a tu padre?

Nathan miraba sorprendido al amanecer. Alzó una mano hacia las líneas de colores, como si sus dedos trazaran una pincelada en la bóveda celeste, pero Bucky decidió concentrarse en cómo los rayos del sol se reflejaban en los ojos de su hijo.

—Es cómo mi pintura —murmuró el chico—. Tengo... tengo que terminarla. Hacerla mejor. Tiene que ser mejor. Ten mil ideas nuevas.

Bucky sonrió al escucharlo. Él no entendía mucho de arte, pero los ojos de Nathan demostraban que él podía ver algo que se les escapaba a los suyos, pero en ese momento ver a sus hijos bañados por la luz del amanecer era lo que había deseado de esas vacaciones.

—Ese es mi chico —murmuró al dejarle un beso sobre el cabello. Junto a ellos, James e Ian también se apoyaron del barandal con los ojos fijos en la montaña—. A que es una vista increíble, ¿no creen? ¿Qué les parece?

—Es precioso —asintió James.

Bucky miró a su alrededor.

—¿Dónde está su padre?

—Abajo con el capitán —dijo Ian sin mirarlo—. Creo que está revisando las medidas de seguridad.

Bucky sonrió.

—¡Steve! —le llamó—. ¡Ven a ver esto!

Unos segundos después, su amigo asomó la cabeza desde la cabina de mando.

—¿Qué pasa? —preguntó antes de fijarse en el cielo—. Oh...

Avanzó un par de pasos más en la popa del yate observando la montaña, pero después se volvió hacia ellos cinco, que lo veían desde la altura.

—¿Qué hacen todos allá arriba? —inquirió.

—¿Qué haces tú allá abajo? —Bucky le preguntó de vuelta—. Te estás perdiendo el mejor amanecer de tu vida. Sube ya.

Steve se dirigió hacia las escaleras laterales y subió al piso superior, acercándose a ellos, todavía con la mirada en el amanecer. Se posicionó entre James e Ian, de manera que los seis estaban de pie en la misma línea.

—¿Sabías sobre esto? —le preguntó Steve.

—No exactamente. No pensé que fuera así, solo... recuerdo cuando estuvimos esperando el bus que nos llevaría al Liamuiga y pensé que desde el mar debía verse mejor.

Finding a heart at the sea [STUCKY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora