15. RESPONSABILIDAD (Parte 1)

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—¡Aún no hemos concluido! —las palabras de Stephen generan un poso de incertidumbre en Peter, Mary Jane y Liz, mientras que a Emma, cuya mente intenta esclarecer lo sucedido en el Sancta Sanctorum, le hace volver al presente, donde tía May, que permanece dormida sobre una camilla, ha recuperado su salud por completo, gracias al Hechicero Supremo. Este, con ayuda de la líder de los X-Men, ha erradicado la existencia de Norman sin perjuicio alguno de la mente de May Anne y de Normie, que también duermen en sus respectivas camillas.

—Ahora, hemos de ocultaros a ojos del mundo. Por favor, colocaos entre las camas —solicita Stephen, alzándose en el aire como si estuviera sentado en el suelo con las piernas entrecruzadas—. Con vuestros hijos a salvo de Norman y sus personalidades y el amor que os procesan intactos, adentrémonos en los secretos del ancestral hechizo de ocultación eterna; nacido de las sombras de los Serafines. Hechizo cuyo propósito no es otro que esconder a un individuo en la dimensión oscura.

»Pero no temáis; pues con la ayuda de los Vapores del Gran Valtorr retorceremos el sino del conjuro en una mera ilusión, no por ello menos efectiva, para camuflar vuestro aspecto y vuestros verdaderos nombres ante todo aquel que deseéis con vuestro solo pensamiento. Este conjuro os acompañará allá a donde vayais hasta el final de vuestros días, a no ser que decidáis prescindir de él por propia voluntad. En ese instante, el hechizo se romperá y no podréis responsabilizarme de que así sea, pues ni con mi muerte dejará de existir. Una de las muchas ventajas de dominar las artes míst... —Las tripas de Stephen rugen—. A veces olvido que mi forma astral no da de comer a este esbelto, a la par que débil envoltorio físico... Inconvenientes de la magia... ¿Por dónde iba?... ¡Ah, sí! Emma, ¿serías tan amable de abandonar la habitación? Si queremos que el hechizo funcione, solo quienes desean ocultarse al mundo deben estar presentes —solicita al tiempo que levanta los brazos, colocando los dedos en poses extrañas.

Ella accede y se encamina hacia la puerta mientras el Ojo de Agamotto desprende una luz cegadora junto a unos vapores azulados y grises que envuelven a los miembros de ambas familias. El Hechicero Supremo recita las palabras que darán forma al conjuro; cuyo ritual despliega un juego de luces y sonidos que estremece incluso a quienes aguardan en el pasillo. Felicia y Tony se alertan al ver a Emma salir.

—¿Va todo bien? —pregunta Felicia.

—Sí, sí. Ya no precisan de mis habilidades.... —responde, cogiendo del bolsillo su intercomunicador de los X-Men—. Si me disculpáis, tengo que hacer una llamada.

—¿Segura que todo va bien?

Emma hace un gesto para que Tony se calle.

—¿Hank? Soy Emma, ¿ya tienes los resultados? —dice, al tiempo que avanza por el pasillo.

Su voz se difumina conforme se aleja de Tony y Felicia. Esta última habla:

—Te noto un poco tenso, jefe.

—Simplemente cansado... Y no me llames jefe.

—Como quieras... Jefe.

—Ha sido Peter, ¿verdad? Te ha dicho lo mucho que me irrita que me llamen así.

—Reláaajate —responde ella—. Por cierto, ¿dónde están Nat y Rhodey? Hace rato que no los veo.

—Vacaciones anticipadas —contesta él, sin quitarle ojo a Emma, que continúa hablando por el aparato.

—Se me hace raro que los superhéroes tengamos de eso... —dice Felicia.

—Y mucho más. Todo gracias al Acta.

—Ya... Pero ¿realmente merece la pena?

—Estás registrada y formas parte de un grupo de superhéroes, de segunda, pero superhéroes al fin al cabo. Gozas de un sueldo considerablemente superior al resto de funcionarios del estado, seguro médico y vacaciones retribuidas.

SPIDER-MAN: UNA VIDA MÁSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora