CAPITULO 46 <3

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Pov's _____:

Me siento estúpida, lo soy.

¿Cómo planeaba ayudar a Bill?

Ahora no puedo hacer nada por el ni por mi, ¡Que imbécil soy!

★★★

Hace dos horas los policías llegaron a mi casa con una orden de detención, justo ahora estoy en una maldita celda en un jodido centro de detención.

Estoy en un centro de detención distinto al de Bill claramente, me encontraba en una celda con muchas mujeres, en realidad 15 o 16 mujeres.

Ellas se veían enojadas, algunas relajadas como esperando a salir, quizá ya era la costumbre.

Tras estar un rato sobre un incómodo "banquillo" de cemento observando disimuladamente a las mujeres que me rodeaban, llegó un policía y abrió la celda.

– ¡_____! La acaban de sacar, venga por aquí. –sin pensarlo más me levanté y camine hacia el policía mientras sentía las miradas de odio de las otras mujeres–

Seguí al policía hasta una oficina, ahí encontré a mi papá con cara de cansancio frente a otro policía.

Cuando entre a la oficina mi padre giro y me miró, al verme no dudo en levantarse de su asiento.

– ¡Hija! –Tras decir eso camino hacia mí y me abrazó– ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo mientras estuviste allá?

Yo realmente no tenía palabras, tan solo me quedé ahí parada recibiendo el abrazo de mi papá sin abrazarlo de vuelta. Solo asenti de manera silenciosa.

– Bueno señor... Todo está listo... Ya puede retirar a su hija –

– Muchas gracias... –

Tras esas palabras y firmar unos papeles más mi papá y yo salimos de ese lugar, él no había mencionado nada pero yo sabía que él había pagado una multa que seguramente sería extremadamente elevada.

Nos subimos al carro y al estar adentro de este ninguno quizo soltar palabra alguna, era un silencio incómodo.

Quizá habían pasado unas 4 horas desde que me habían detenido y desde que empezaron a hacer el proceso para sacarme de ahí. Pero ahora estábamos dirigiendonos a casa de nuevo mientras las palabras son inexistentes y el silencio predomina.

★★★

Ya estando en casa decidí no perder más tiempo, fui corriendo hacia mi habitación sin decirle alguna palabra a mi papá.

Tome mi computadora otra vez y está vez al tener el número de la asistente del abogado que quería contratar, agarre mi teléfono y marque número por número esperando con ansias una voz del otro lado. Sin darme cuenta mordia mis uñas lastimando e incluso provocando que sangre saliera, mi atención estaba sobre el teléfono y la llamada.

El intermitente silencio murio en el instante en el que escuche una voz femenina a través de la llamada.

– Buenos dias, habla con la asistente del doctor Moritz, ¿En qué puedo colaborarle?

– ¡B..buenos días! Eh... Requiero de los servicios del... –intente recordar el nombre del abogado– Doctor... Mo..Moritz –suspire hondo intentando calmar mis nervios– Tengo un caso...

–Oh... Entiendo, si señora, claro. Dejeme programarle una cita con él para que hablen sobre el caso, ¿Le parece bien?

–S..si, si, si.

– Perfecto, entonces su cita queda programada para... –se escuchaba como escribía algo en el teclado de su computadora– para el viernes 20, ¿Puede ese día?

Prisioneros -Bill Kaulitz-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora