El coche se detuvo frente de su casa. Quién imaginaría que a partir de ese momento dejaría de vivir en esa gran mansión. Ahora su vida había dado un giro inesperado. Rápidamente subió hasta su recámara, sacando sus maletas hasta el pasillo para dar la señal de que eso sería lo que se llevaría, su mayordomo dispuesto le ayudó a subir todo al carro.Estaba a punto de tomar su laptop cuando la señorita que la cuidaba le dió un mensaje de parte de su madre ya que ésta se encontraba llamando por teléfono.
-Señorita Sakura, no podrá llevarse eso.
-¿Por qué?
-Al lugar dónde va no tiene permitido ingresar con aparatos electrónicos, ni si quiera su celular.
-¿Pero... cómo me comunicaré con mis amigos? ¿Con el mundo?
-En el convento tiene permitido hacer 3 llamadas por semana, y sólo a sus familiares.
-¿Qué mierda!? Dijo en un murmuro ...Empezaba a odiar el hecho de que la obligaban a irse, por un segundo pensó en salir corriendo, pero la figura imponente de su madre la detenía...
-Maldición... ¿Por qué no tengo el suficiente valor?
Decidió apagar su celular, no sin antes mandar unos mensajes rápidos.
//A Naruto: Hola mejor amigo, mi madre me metió a un convento. No tendré permitido comunicarme con nadie, así que se supone que no debo llevar el celular, pero trataré de meterlo escondido entre mi ropa y apagado. No me llamen, sólo mensajes, aunque no prometo leerlos enseguida. En cuanto encuentre la forma y la hora de poder usar el celular te lo diré. Te quiero. Por favor, avísale a nuestros demás amigos.
A Ino le mando también el mismo mensaje, sólo que quitó la última frase, ya que ahí en gimnasia no tenía más amigos, sólo era ella.
Se escondió el celular dentro de unas bragas que tenían bolsa, al fin le pudo dar un uso a ese bolsillo peculiar.
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No supo ni cómo había salido de la ciudad. El camino era desconocido para ella, eso sería una gran desventaja al momento de escapar pero luego enviaría su ubicación a Naruto y a Ino. Viajaba entre las montañas, incluso el clima había cambiado, estaba nublado, fresco y de repente caían unas gotas de lluvia. Los oídos se le taparon por el cambio de altura, juraría que llevaban al menos un par de horas de viaje, no podía sacar su celular para nada ya que su madre estaba a un lado de ella mientras el chófer conducía siguiendo la guía de Mebuki mediante el GPS.
Pero pudo observar el reloj del auto, habían salido a medio día y casi iban a ser las 3 de la tarde.
-Ya pronto llegaremos, lo primero que veremos será un pequeño pueblo, el convento está al final de este, al inicio de la carretera para cruzar la frontera.
-¿Queeeeeee? Pensó Sakura, la frontera... ¿tan lejos habían llegado? Por eso el cambio de clima, de vegetación y fauna, pues todo alrededor eran pinos y había visto a lo lejos venados y un oso. Lo peor que podría pasar es que no hubiera ni señal... rezaba por ello...
¿Rezar? Maldita sea, aún ni conocía el internado y ya actuaba como una monja.
Al fin, después de media hora habían llegado al pueblo. Ya quería salir del maldito auto, le dolía el trasero por estar tanto tiempo sentada, quería estirar las piernas.
No duraron ni 15 minutos en atravesar el pueblo, era tan pequeño, no era ni siquiera turístico, se veía poca gente en la calle. Al menos que sea ancho, se preguntaba. No pudo observar bien si había más casas hacia el fondo por la velocidad del auto.
Vió la entrada del convento, demasiado rústica, un enorme arco de color blanco, cubierto por un par de rejas. Había un guardia cerca.
-Buenas tardes, ¿en qué les puedo ayudar?
-Buenas tardes, traigo a mi hija, la alumna nueva. Shizune es una gran amiga mía.
-Oh, adelante.Abrió las enormes puertas con unas llaves, dándole acceso al auto, pasando por un sendero de terrazeria hasta estacionarse frente a un gran ¿edificio?
Sumamente, rústico, anticuado, no tan grande, era de dos pisos, pero se veían varias puertas a lo largo. Eso sí, había demasiado terreno alrededor y al fondo se apreciaba un inmenso bosque.
El entorno era como si de una película de terror se tratase, ojalá no haya ningún loco cerca.
El chófer empezó a bajar el equipaje. De la puerta más grande salió una señorita pelinegra, vestida de monja en color blanco.
-Hola Shizune!
-Hola Mebuki, años de no vernos.¿De dónde conocía mi madre a esa mujer? Era todo un misterio que tarde o temprano resolvería. Pero lo que era seguro era de su gran influencia, ya que me aceptaron a mitad de ciclo... ¿escolar?
Tenía muchas dudas, ¿esto seria una escuela? O ¿vería solamente temas de un Dios en el que no cree?Mi madre llenaba un formulario, de inscripción tal vez. Mientras otra monja, casi de mi edad entraba a la oficina.
-Buenas tardes, mucho gusto soy Rin, soy de segundo año. ¿Cómo te llamas?
-Haruno Sakura.Me sentí incómoda, me escaneaba con la mirada...
-Tu atuendo no es adecuado para estar aquí, de Lunes a Viernes usamos este uniforme que traigo puesto. Desde que amanecemos hasta que nos vamos a nuestra habitación a las 8 de la noche.
La observé, que horrible color café, era una blusa manga larga, al menos llevaba falda de tablones, pero no le gustaba el largo ya que ella la usaba arriba de la rodilla. Era absurdo que se haya cortado el cabello ya que lo traía tapado con una ¿tela?
La siguió, trayendo su par de maletas de ruedas consigo y otro bolso de mano amplio.
-Primero, te enseñaré la habitación, para que no andes cargando de aquí para allá con tus cosas. Compartiremos recámara, actualmente dormía sola ya que mi antigua compañera se fue.
-Esta bien, pero ¿no te doy problemas? Al pasar por el pasillo escuchó algunas aulas que estaban en clase.
-Me encargaron que te enseñará el lugar, así que me dieron las 4 horas restantes del día libres. Debo también enseñarte todas las reglas del lugar. Ya que formalmente empiezas mañana con la rutina. Sakura, tu nombre es precioso, como las flores de árboles rosas que jamás he visto, sólo en libros.
-¿Nunca has salido de aquí?
-No, nací en este pueblo, desconozco a mis padres ya que me abandonaron afuera de la iglesia cuando era una bebé. Como huérfana he estado en el orfanato del pueblo, y a cumplir 15 años me trajeron a este convento.
-¿Cuántos años tienes?
-17, supongo que tú igual.
-Sí...Sorprendente, su compañera de cuarto tenía una vida trágica. Por primera vez pensó en que su propia vida no era la más miserable del mundo. Por lo menos el dinero nunca le faltó, y había viajado varias veces lejos de su hogar. Al menos conocía el mundo, pero en lo que se parecían era que ninguna tenía libertad.
-Esta es nuestra recámara.
Rápidamente entró y prácticamente aventó las maletas, no quería poner atención al lugar nuevo dónde dormiría, no por el momento.Llegaron a un lugar, era la lavandería, había un tubo atravesado de pared en pared con un montón de uniformes colgados.
-Supongo que eres talla chica, tienes buena figura, aquí está uno. Mídelo y chécalo. Inmediatamente la costurera te hará los ajustes. Por lo pronto te darán uno, pero tienes derecho a tres uniformes. Es tu responsabilidad venir a lavarlos, secarlos y plancharlos aquí encontrarás todo lo necesario.
Juraría que jamás había visto esa marca de jabón... peor, no sabía lavar ni mucho menos planchar... todo se lo hacían.
-La falda es demasiado larga... ¿no puede ir más corta?
-No sé, todas la llevamos arriba de la rodilla.
-Al menos denme ese gusto, decía Sakura. Nunca deben juzgar a una chica por el largo de su falda, ¿no cree señora? Se dirigía a la costurera para convencerla.
-Esta bien niña. Lo que tú digas.Paso a otro cuarto, se midió el uniforme, le quedaba a la medida, solo seria cortar la falda.
-En un par de horas estará lista, la haré llegar hasta tu habitación.
-Gracias.Salieron del lugar, sólo con la parte superior del uniforme.
Vaya que iba a aprender mucho dentro de ese lugar.
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Un motivo para existir ❤️🩹💫
FantasyUna joven estudiante, manipulada por su madre, en busca de su verdadera personalidad. Una persona indeseada, que destruye todo lo que le había costado construir, sus apreciadas amistades. Su vida da un giro drástico. A nada de caer en la depresión...