Capítulo °XXXIX°

1.3K 173 4
                                    

Dexter

- Por fin en casa - lleva sus brazos sobre la cabeza para estirarse.

Me llena el alma y el corazón escucharla llamar casa al lugar que en un inicio era solo de Daoiz y mío.

Seré plenamente feliz si ella sigue en mi vida como hasta ahora, era una parte que no sabía necesitar. Jenna se volvió fundamental para que mi día a día pasará de puros colores negros y grises, a un arcoiris plagado de colores brillantes y vibrantes.

Así como es exactamente ella.

Deja las cosas que cargaba del hospital sobre el sofá, se inclina para quitarse los zapatos y apoya ambos pies en la mesa de centro.

Me sorprendo cuando Daoiz queda sentado sobre la mesa justo delante de ella, levanta el pie derecho y lo apoya sobre rodilla antes de comenzar a darle masajes suavemente desde la punta de los dedos hasta el tobillo.

- ¿Desde hace cuánto se te hinchan los pies? - pregunta él sin mirarla fijamente, se concentra en no herir su pie en vista de que su fuerza es mucho mayor, y después de hoy será todo menos descuidado.

Ella relaja su cuerpo apoyando la cabeza en el espaldar del sofá extendiendo los brazos a los costados.

- No sé, supongo que a la semana siguiente de haberlo terminado - el comentario no refleja desprecio o reprimenda, es muy natural.

- Sobre eso, cariño ¿Estamos bien? - yo no intervengo, simplemente voy junta a ella para sostener su mano.

Si bien es una relación de tres, este drama debe solucionarlo quien lo causó, y fue Daoiz.

- No del todo, Doaiz, tu decisión fue muy hiriente y creo que innecesaria - es sincera, una faceta de ella expresa únicamente con quienes considera cercanos - Lloré como una maldita por dos días completos, le debo a tu hermano dos camisas por mancharlas con mi labial y rímel.

Le dije que aceptaba su cuerpo como parte del pago, se enfadó.

- Lo siento, princesa, sinceramente estaba seguro de que era lo que ambos necesitábamos - besa sus pies con reverencia - Si gustas que me arrodille, lo haré.

Jenna intercambia miradas conmigo, busca una respuesta que ni yo mismo tengo.

- No, eso se lo dejo a quienes intentan matarme o humillarme - decir que es el de las que perdona sin tomar retribución o venganza me volvería ciego.

A nadie cuerdo le conviene que Jenna sea su enemiga o adversaria.

- Agradezco esa demostración de bondad - se biela Daoiz apretando ligeramente sus dedos - Está de más decir que estoy en un periodo de prueba ¿Cierto?

- Tampoco viene al caso, ambos sabemos que voy a perdonarme tarde o temprano - espero que sea así conmigo en caso de que ocurra algo.

Convengamos que jamás dañaría a la mujer que literalmente mantiene mi corazón latiendo.

- Vamos a seguir adelante, es tiempo de que seamos aún el doble de serios de lo que ya somos - Daoiz besa con reverencia su pie - Quiero algo serio, Jenna, y no hay nadie más con quién lo desee que no sea contigo.

Ella baja su pie, se acerca a él para besarlo y repetirle.

- Te amo sin importar que seas un idiota - mi corazón salta de auténtica alegría, por fin han arreglado el problema - Dexter - no noté que miraba a otro lado hasta que ella me llamó - Te amo igual que como lo hago con Daoiz.

Mucho creerán que me molesta ser el segundo, pero no, sé que en su cabeza y corazón hay una parte igualitaria para ambos.

- También te amamos, cielo - ahora yo recibo sus grandes y suaves labios sobre los míos - ¿El doctor te prohibió follar? Porque la verdad me siento como un puto drogadicto en abstinencia - sus pupilas se dilatan en tiempo récord.

RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora