Capítulo °XIX°

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Jenna

He estado con un número considerable de hombres en mi cama, y no solo por dinero sino también por gusto, mi cuerpo pasó por ciertos gustos bastantes particulares. Claro que el sado no es algo nuevo, uno que otro cliente siempre mostraba libremente aquello que lo hacía sentir enfermo.

Daoiz es un dominante en todo el santo - o demoníaco - sentido de la palabra, fuera de la cama también ama sentir que es el amo y señor de a quienes considera inferiores.
Mi cuerpo experimentó algo inédito, cedí a su poder y fuerza tan rápidamente que le cuestioné a mi cerebro la falta de resistencia.

Yo, Jenna Miller, la puta favorita de un número considerable de hombres; la que mandaba en la cama y dominaba a los tontos bajo las sábanas con artimañas... ¡Caí en manos de un experto!

Dios, no sé si culparme tanto por decirle mi señor a Daoiz, nadie en su sano juicio rechazaría una orden como esa, y menos con el tono tan autoritario y sexual con que lo dijo ¡Soy humana, carajo! Fallo algunas veces como cualquiera, y pongo las manos en el fuego para asegurar que hasta una monja le habría lamido los zapatos si él era quien hablaba.

Daoiz desprende una energía completamente diferente a la de su hermano Dexter. Ambos son fuertes, inteligentes y de mente tan sagaz, sin embargo el mayor destaca gracias al aura peligrosa y negra que parece emerger de él con cada paso que da.

El primer día que lo vi en la empresa de mi ex jefe, sentí tanto miedo que comparé a Daoiz con la mismísima parca - si, el espectro que viene del más allá para llevarse a los muertos -, el hombre es temible aparte de cogible.

El temblor en mis piernas no me abandona, y eso que pasaron dos horas desde lo sucedido en el baño.

Pero eres tan zorra que les dijiste que sí a su propuesta de ir a su mansión a pasar la noche.

Oh Dios, obedecer a mi vagina y no a mi cerebro claramente está pasándome factura ¿Aceptar quedarme en casa de ambos? Si, una jugada arriesgada que implica follar hasta que los tres perdamos la memoria.

Sigo dando vueltas como trompo en la habitación que designaron para mí en el segundo piso de su mansión.

No es que los lujos puedan impresionarme fácil cuando soy capaz de ganarlos con mi propio dinero, pero por el momento mi situación económica no me permite importar telas directo desde la India o cuadros históricos comprados en subastas en Italia.

No es nada novedoso que hombres jóvenes y ricos derrochen el dinero en vanidades.

Mierda, trabajé en destiny tres años de mi vida como una prostituta ¿Por qué estoy tan nerviosa? Las caricias de los hombres son sensaciones bien conocidas, es inexplicable que mis manos tiemblen sin parar o que mi garganta se sienta seca como si paseara por el desierto.

Calma, Jenna, puede que se deba a que conoces sus verdades intenciones y aspiraciones en cuanto a ti. Antes solo dormías con los clientes, al terminar cada quien por donde vino y ahí finalizaba tu contacto con ellos.

Hoy es diferente, sé que algo va a marcar lo que somos si nos conocemos debajo de las sábanas.

- Jenna - por fin entienden la definición de privacidad al llamar antes de entrar - ¿Podemos pasar?

No, no, no ¡Todavía sigo nerviosa!

- Si, pasen - no demuestres nerviosismo, son hombres y van a aprovecharse de ello siempre en su favor.

Mi vagina toma posesión de mi cerebro momentáneamente, al verlos solo con pantalones de vestir y el pecho desnudo.

- Queremos ser directos y hablarte de algo - Daoiz no ha dicho ni pío desde que entró, solo cerró la puerta con seguro y se apoyó frente a ella impidiendo mi única ruta de salida.

RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora