Capítulo 34: Crepúsculo en la ciudad

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Prem abrió la puerta del apartamento y entró con el firme deseo y profunda intención de acostarse a dormir.

Boun entró detrás.  No dijo palabra y se tumbó sobre la cama.

-Vamos a dormir -dijo.

Prem acabó de dejar el equipaje en la habitación.  Sin decir palabra se acostó junto a Boun.

-Deberíamos de ducharnos antes.

-No.  Deberíamos dormir.  Seguro que a ti también te duele la espalda.

Prem no lo negó.  Aunque estaba demasiado ocupado por la salud de Boun durante el viaje, ahora podía concentrarse en sí mismo.

-Vamos a ensuciar las sábanas -se quejó sin mucha convicción.

-Entonces hagamos que merezca la pena.

Prem se rió.  Giró sobre si mismo y miró a su compañero.

-¿No estabas demasiado cansado?  Además creía que habías quedado satisfecho tras esa parada en el área de servicio.  Alquilamos un cuarto para descansar pero no lo hicimos mucho.

Boun frunció los labios.

-¿Ya has quedado lleno de mí? Qué poco ha durado la fase de luna de miel...

La risa de los dos resonó en las paredes.  Prem no siguió fingiendo.  Se colocó sobre el alfa a horcajadas con las piernas sobre la cama.  Desabrochó los botones de la camisa blanca y amplia.  Deberían salir a comprar ropa prenatal.

-No, nunca me quedo lleno.

Los dos sabían que estaban a punto de incorporarse a la sociedad de nuevo y desatar una tormenta de mierda.  Cada momento que prolongaran esa fase en que estaban ahora era tiempo ganado.

Se movió despacio, recorriendo con sus manos el cuerpo de Boun.

-¿Cómo te sientes? ¿Dominante o sumiso?

-Sumiso -susurró Boun, aún acostumbrándose a que no fuese un pecado serlo.

-Puedes decirlo más alto.  Si quieres que te folle, dilo alto.  No hay nadie más que nosotros y además llevas dentro un bebé mío.  No andes con remilgos conmigo ahora.

-Fóllame.

La voz de Boun pudo oírse por todo el apartamento.  Había usado su voz de alfa.  Que curioso y que alocado era todo aquello, pensó Prem.

Pero cumplió gustosamente el deseo de su pareja y el suyo propio.  Se demoró lamiendo, mordiendo suavemente los pezones más oscuros y sensibles, dejando un camino de besos por el camino entre su pecho a su abdomen y descubriendo su erección.  Acarició la totalidad de ésta, de arriba abajo. 

-Así que mi alfa quiere ser consentido.

Había recalcado a propósito la condición de alfa de Boun.  Quería hacerle sentir bien, recordarle que sabía cuál era su naturaleza a pesar de su estado de sumisión absoluta.

El cuerpo del alfa se retorció bajo sus caricias.  Prem le acarició y luego pasó el dedo índice hacia donde le pedían.  Se excitó muchísimo cuando comprobó que no necesitaban lubricante.  Estaba húmedo y abierto para él.  Se había dilatado un poco desde aquella primera vez en la playa.  Aún así decidió aplicar crema.  Sabía que esa zona y su interior eran muy sensibles en ese momento.

-Rápido -el alfa ordenó y rogó a la vez.

-Sí... -Prem sacó los dos dedos con los que había llenado de lubricación artificial su conducto.  Había notado como palpitaba y trataba de retener sus dedos.

Se bajó los pantalones y la ropa interior.  Quería frotarse por todo el cuerpo de Boun en un extraño instinto de marcar al hombre.  Pero se contuvo.  No haría eso al menos en ese instante en que la otra parte estaba tan vulnerable.

Entró procurando no hacerle daño.  Apenas le dio tiempo a entrar y Boun llegó al orgasmo en segundos, manchando su abdomen y haciendo que el pene de Prem fuese acariciado por sus espasmos internos como en un masaje íntimo.  No aguanto más y le acompañó.

-De acuerdo -dijo cuando pudo respirar - en nuestra defensa puedo decir que normalmente tardamos más de cinco segundos.

Boun se rió.

-Estoy cansado -confesó.

-Vamos a dormir un poco.  Luego nos duchamos y mientras uno hace cena otro cambia las sábanas.

-Mañana tengo que ir a la Universidad.  Me dan mi despacho y tengo que rellenar algunos formularios.  No es mucho trabajo pero...

-Lo se.  Yo estaré cerca, pero tienes también que saber que mañana quizás puedas disimular tu estado.  Pero no durante mucho tiempo más.

-No sé si quiero compartir a nuestra niña con nadie más aún.

-Toma el tiempo que necesites.  Estaré contigo.

Se durmieron con las manos entrelazadas en el crepúsculo de la ciudad.

Rompiendo las normas ||BounPrem||Mpreg||OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora