Capítulo 27: Nada sale como pretendemos

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La noche era cálida, pero se notaba el frescor del mar cercano.

-Boun, no me convence eso de que nos vayamos al resort.  Tus padres dicen que tu embarazo requiere mucho control...

-Necesito alejarme un poco del caos y del estrés.  Aquí no iba a poder hacerlo del todo.  Mis padres no lo hacen intencionadamente pero me hacen sentir asfixiado a veces.

-No puedo culparles.  Te dejaron solo y lograste romper la estadística y las leyes de la lógica y la naturaleza.  Un alfa embarazado.

-Bueno, no fue todo mi culpa.  Para que esto ocurra hacen falta dos.  Y recuerdo que alguien estaba en plena fiebre y suplicando...

-El otro día cuando me pediste que te lo hiciera otra vez, no era yo el que estaba febril...

Boun frunció los labios y le soltó la mano. 

-Lo que tú digas.  Voy a comprar un helado.

Estaban en pleno paseo marítimo.  Prem suspiró y le siguió.  Boun se había acercado a un vendedor en un puesto y estaba pagando.

-El helado de noche engorda y puedes tener indigestión...

El vendedor le miró y luego miró a Boun.  No entendía como un omega podía decirle esas cosas a un alfa.  Boun le alargó el dinero y no dijo nada.

-No te enfades.  Estamos haciendo una escena.  Todos nos miran.  Y no solo porque seas el hijo de los médicos.

-Yo no me enfado, tú me enfadas.  -hundió con deliberada rudeza la cucharilla en el helado.

-Lo siento.  Sólo estaba jugando cuando te dije eso. 

-No fue culpa de nadie. Los dos lo hicimos porque quisimos. Solo estaba... solo estaba no se, alterado...

-Son las hormonas.  Y además hablar de culpa es hablar como si fuera algo malo.

-Tienes razón.  Imagina que el bebé nos oye.

Prem sonrió, aliviado de haber logrado calmar a su alfa.  Sabía que los meses próximos iban a ser  complicados y que él iba a tener que ceder a veces por el bien de su relación.  Discutiría acerca de que era una broma pero supo morderse la lengua.

-Ven, vamos a la orilla.  Quiero mojar los pies.

La marea estaba en fase creciente, así que las voces y ruidos del paseo se escuchaban con más claridad que la última vez que habían paseado por ahí.  Caminaron en un cómodo silencio y Boun terminó su helado.  Guardó en un bolsillo el cartón sobrante y entonces se escuchó un pequeño chapoteo.

-¡Mierda!

-¿Qué pasa? ¿Estás mal?

-Prem, joder... ayúdame, se me ha caído algo.  Una caja pequeña.

-Hay poca luz... -se agachó junto a Boun, tanteando la arena bajo el agua poco profunda. 

-No encuentro nada...

-Como se lo lleve una ola creo que voy a tener un ataque de histeria.  He pagado cinco millones de baht por ello...

-¿Qué? ¿En qué te has gastado eso? ¿Estás loco?

-No lo encuentro... -la voz de Boun estaba empezando a temblar.  Prem no sabía si calmarlo o seguir buscando lo que quiera que estaba buscando.

-Espera... estoy tocando algo...

Boun lanzó el brazo y tocó lo que Prem sujetaba.  Se lo arrebato, con un suspiro de alivio.  No lo había perdido.  Estaba ahí para que pudiese hacer lo que quería.

Se alejó un poco de la orilla.   No quería perderlo de nuevo.  Estaba saliendo todo mal, quería llorar y no podía controlar el impulso de ocultar su cara sin pensar en que la oscuridad ya era su cómplice.  Había trabajado duro para cambiar los planes.  Pedirle matrimonio donde habían concebido al bebé.  La boda en el resort y la luna de miel tranquila en lugar de viajar por playas... Prem le había dicho además que no se casaría si no se lo pedía de un modo adecuado.  Y ese modo no era en absoluto el perfecto. Se sentía sucio y mojado por la arena, tenía las mejillas llenas de lágrimas y el helado le estaba provocando náuseas.  El solo quería que le permitieran ejercer el papel de alfa al menos en eso.

-Amor... ya lo he recuperado, no llores.

-No es eso -se sentó derrotado en la arena. -es que no debía salir así.

Prem se sentó a su lado.

-A estas alturas deberías haberte dado cuenta de que en nuestra relación nunca sale como debería, pero que salimos reforzados siempre porque nos une lo más importante, lo mucho que nos amamos.

-Prem...

-Dime.

-Cásate conmigo -Boun no lo pensó y sacó la caja.  La abrió y Prem se quedó mirando el anillo.

-Ay, cariño... sí, sí me casaré contigo.  Por supuesto. Pero deja de llorar.

Boun le colocó el anillo y Prem le besó.

-Vamos a casa de tus padres.  Nos vendrá bien ir a la cama.

-Estoy cansado pero no tengo sueño.

-Nunca dije que fuésemos a dormir.

Rompiendo las normas ||BounPrem||Mpreg||OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora