CAPÍTULO 7 (PARTE 2): ¿CAFÉ?

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Después de dos días de celebración porque me quedara en su casa, creo que por fin Carter se ha hartado de mí y se ha ido a trabajar. Me ha dejado sola, en su casa. Aun no entiendo que fetiche raro tiene conmigo, pero mientras siga habiendo sexo como el que estamos teniendo y pueda darme baños de burbujas como el que me he dado esta mañana en su bañera de 2 kilómetros, no tengo problema.

Aunque debería hacer algo para solucionar mi vida. Le mandé un correo a Nat desde el ordenador de Carter, explicándole que no tenía móvil y que iba a estar incomunicada durante unos días, que había tenido unos problemas familiares, lo cual no es del todo mentira, el único matiz que omití es que mi familia es el problema. Mi padre está desquiciado al igual que mi hermana, y sé que no pararan ninguno de los dos hasta que me encuentren y me lleven por la fuerza, pero prefiero quedarme oculta en esta casa para siempre a irme con ellos.

Esta casa, o, mejor dicho, mansión, es tan grande que creo que podría perderme y no encontrar el camino de vuelta. He pasado ya por dos salones y unos cuatro dormitorios en mi paseo. He perdido la cuenta de los baños. Pero todo está impoluto. Lo único que te da una pista de que aquí vive alguien es el dormitorio de Carter, y tan solo porque estos días hemos dormido juntos allí.

Después de la primera noche, Carter no me dejó volver al cuarto de invitados, y tampoco separarme de él más de media hora. Tengo más agujetas en las piernas que si hubiera salido de una clase de spinning, Y no es que me queje, al contrario, me encanta, pero también es extraño. Jamás me hubiera imaginado que acabaría pasando unos días en la casa del tío del club. Pero, me he propuesto disfrutar de esto todo el tiempo que pueda.

Salgo al jardín y el sol me ciega los ojos. Hace muchísimo calor, aunque dentro de la casa apenas se nota. Ando un poco y me fijo en la piscina, es enorme y el agua esta tan clara que dan ganas de meterse. Pero recuerdo que no tengo bañador así que otra vez será. Jamás me he bañado desnuda y no quiero empezar ahora. Lo que también me hace pensar, que tampoco tengo ropa. Llevo puesta una camiseta y unos calzoncillos de Carter que le he cogido del cajón esta mañana sin su permiso. Aunque he podido lavar mi ropa, incluidas mis bragas, estoy más cómoda así, pero tampoco tenía otra opción, no tengo nada más para cambiarme.

Un ruido me saca de mis pensamientos. Es como una sierra que viene de la parte delantera de la casa. Voy hasta allí para ver que puede ser, y cuanto más me acerco más fuerte es el ruido. Cuando llego a la puerta de la casa, veo a un hombre en camiseta interior, con una podadora arreglando los setos de la entrada. Olvidé que Carter había mencionado que un jardinero venía una vez a la semana. Es un chico algo bajito, con la piel bronceada, seguramente de estar tantas horas bajo el sol si esta no es la única casa que cuida. Lleva una gorra roja, y una camiseta de tirantes blanca, con unos pantalones de trabajo. Parece muy joven. Quiero darme media vuelta y volver dentro de la casa cuando el sonido se para en seco, y me doy cuenta de que el chico me está mirando fijamente con los ojos como platos.

-Hola... Yo, eh, perdona por interrumpirte.

-No, tranquila, ¿estás bien? -Es lógica su pregunta, seguro que lleva viniendo un tiempo y nunca ve a nadie, y ahora se encuentra una chica en calzoncillos y descalza, sola, deambulando por la casa. Se debe pensar que me he perdido.

-Oh, yo, sí claro. Soy una amiga de Carter, me estoy quedando aquí un tiempo. -Me acerco un poco y extiendo mi mano para presentarme.

-Discúlpeme, no lo sabía. Soy Owen, el jardinero. -Vaya, de repente me trata de usted. -Cuando vengo solo veo a los de seguridad.

-Está bien, no te preocupes, perdón por interrumpirte.

-No discúlpeme a mi señorita por molestarla con el ruido, no sabía que había gente en la casa.

TUS BRAZOS SOBRE MIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora