Jungkook despertó con una suavidad celestial y quedó inmóvil un buen rato, su mente cansada no conseguía recordar, cómo o por qué, había tanto lujo debajo de su cuerpo. Nunca en su vida sintió algo parecido. Le llevó tiempo comprender que era real, no un producto de su imaginación.
Cuando finalmente llegó a esa conclusión, fue rápidamente seguido por el miedo de su inteligencia aguzada y los recuerdos de la noche anterior salieron a la luz. Todo su cuerpo se puso rígido, y se quedó inmóvil, escuchando con atención a su alrededor.
Escuchó el sonido de los pájaros a la derecha y el de un tejido suave rozando contra algo. Al principio, asumió que una persona estaba cerca, pero el sonido parecía demasiado aleatorio para eso. Abrió los ojos, cauteloso y preparado para cualquier cosa. Rápidamente estudió su entorno.
No parecía estar en los confines de un harén, no había rejas ni otros hombres. No había nada que pareciera peligroso, sólo las puertas de vidrio abiertas que daban a un balcón enorme y cortinas que rozaban suavemente sobre el piso de mosaico. La brillante luz del sol, entraba por la ventana, deteniéndose justo debajo de la cama dónde él estaba acostado, afuera podía oír a los pájaros volando alegremente sin tener que preocuparse por miedos humanos.
Lentamente giró para verificar el resto de la habitación. Nadie estaba a la vista, pero sus ojos se abrieron como platos ante el tamaño del cuarto y la cama. Ambos eran enormes. La habitación era mayor que toda la planta baja de la casa donde creció Jungkook y la decoración lujosa y de buen gusto irradiaban riqueza. Hermosos tapices adornaban las grandes paredes de piedra, gruesas y ricas alfombras cubrían el piso de mosaico intrincado, los muebles parecían tener generaciones en edad y calidad, como Jungkook nunca había visto.
La cama era grande y suficiente para seis personas al menos, se sentía perdido en ella, como un niño. La ropa de cama, en tonos ricos de cobre y marrón, se sentía sedosa contra su piel, y por el aspecto del material podría ser realmente seda, no obstante él sólo tuvo el privilegio de tocar la seda una vez en su vida. Se sentó, con la boca abierta como el muchacho pobre que siempre fue. Aún Jessi y las personas ricas que conoció no poseían nada como esto. Era otro mundo completamente diferente.
Las puertas abiertas del balcón lo llamaban, la posibilidad de fugarse estaba siempre presente en su mente. Empezó a levantarse de la enorme cama con cierta dificultad, su cabeza giraba. No fue hasta que oyó el débil tintinear del metal que sintió sus cadenas.
Miró hacia abajo y se congeló en el lugar cuando vio el brazalete adornado que envolvía su tobillo, unido a una cadena plateadas que serpenteaba por el piso hasta un anillo incrustado en la pared. Extendió la mano para tirar de ella porque le parecía muy delicada e incapaz de retenerlo. Dándose cuenta que un brazalete similar estaba en su otro tobillo y las pulseras delicadas en sus muñecas. Con cautela llevó su mano a la garganta, el collar de filigrana marcaba lo que era. Los ojos de Jungkook se abrieron horrorizados y tiró de las cadenas, con profundo disgusto. Aunque eran delicadas, estaban hechas de un metal que era extremadamente fuerte, sus mejores esfuerzos no consiguieron nada en absoluto.
Luchó con ellas por un tiempo, demasiado obstinado para darse por vencido de inmediato, pero al final estaba exactamente donde comenzó, encadenado y a merced de su nuevo amo, ligado a un hombre que tenía fama de no tener piedad.
Respiró profundamente, temblando y trató de controlarse.
Cualquier cosa podía pasar, sobrevivió al primer asalto, y eso por sí mismo ya era algo. Se sonrojó un poco con los recuerdos de lo que exactamente había pasado en los baños la noche anterior. Sobrevivir quizás no era la descripción perfecta. A pesar de sus recelos, el emperador no lo golpeó, ni le dio dolor indebido.
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ɛʟ ɛʍքɛʀǟɖօʀ ʏ ֆʊ ǟʍǟɖօ ʟօɮօ | ȶǟɛӄօօӄ |
Fiksi PenggemarJungkook anhela encontrar a su hermana, a pesar que está atrapado en las cadenas de la esclavitud. Cuando es entregado al hombre que conquistó su país, se encuentra cautivo en su propio odio y, sin embargo al mismo tiempo, fascinado por el misterio...