Algo Contigo

23 DE MARZO (1970)

Cuenta la leyenda que cuando dos personas con poderes tienen descendencia, a cada uno de sus hijos e hijas se les es otorgada una característica especial, ya sea buena o mala. El primer hijo, si consigue tener descendencia con otra mujer con poderes, gozará de las cinco vidas de su primer hijo, es decir, su hijo podrá morir y renacer hasta cinco veces, en algunos casos, según las brujas milenarias, ésta persona puede portar sesgos del Tago en su sangre. El segundo será hábil con la materia y por ello tendrá un poder relacionado con ella. Y, hasta donde se sabe, el tercero sólo podrá disfrutar de lo que vulgarmente se conoce como magia.

Madrid, 15 años antes.

Don Alonso llegó apurado a la sala de reuniones de la casa Rex de su amigo Valentín, Alonso era un hombre muy vivo, siempre iba de un lado a otro acompañado por su mujer, Nadia y sus hijos Fernando y Ana. En esta ocasión no fue diferente y en casa de Valentín se reencontraron con los LaSierra, los Martínez y otro puñado de familias inversoras del proyecto Rex.

Por aquel entonces Od era una simple y tonta amenaza a ojos de cualquier socio de Rex, sólo habían llegado a intentar dar unos sustillos por el levante, todos ellos se quedaron en eso, en intentos de. Pero esta vez fue diferente, llevaban un tiempo sin hacerse notar, tenían a todas las cabezas importantes reunidas en un mismo lugar y eso, a ojos de un Od, no era un escenario para desperdiciar.

Tras horas de reunión los truenos comenzaron a desequilibrar el cielo, un cielo que hacía una media hora estaba pintado de un azul intenso en el que el sol brillaba tanto que hasta quemaba. Eso y una carta de última hora fue el detonante para que la gran mayoría de socios salieran corriendo de aquella villa, todos menos Javier, Silvia, Marta, Don Alonso, Ana y Fernando.

Al salir a la superficie Don Alonso organizó a los que allí quedaban para proteger la villa que con tanta ilusión Valentín había diseñado y construido, nadie paró hasta que la batalla contra los de Od se vio medio calmada. En medio de la situación, se percataron de que el árbol del Tago había perdido color, poco más de cinco minutos fueron los que tuvieron para descansar ya que los ataques se reanudaron y el Tago iba a morir, eso significaba la desaparición de miles de personas.

Alonso fue con la cabeza alta hasta el árbol, a pesar de los gritos de su hija Ana, que le suplicaba que no lo hiciera, que era un hombre jóven y que no merecía la pena un mundo sin él. El Tago sólo podía ser salvado por el sacrificio de una persona con poderes. Fernando, su otro hijo comprendió en medio de todos esos gritos que había cosas que estaban escritas y que si el Tago había dado vida a ese hombre, al que era su padre, él iba a morir a causa de lo mismo, iba a sacrificarse por los suyos y por el resto.

Don Alonso abrazó el árbol y comenzó a recitar la oda, antes de pronunciar las que serían sus últimas palabras, miró a sus hijos y les confesó que no eran dos hermanos, si no tres y que el primero, el mayor, estaba luchando mano a mano con su esposa, Silvia, a pocos metros de allí.

Una vez todo se frenó se reunieron bajo la sombra de aquel árbol. Fueron pocos segundos pero la figura de Don Alonso apareció allí en medio, les dijo que no había muerto, que la tormenta era un lapso espacio-temporal, que no podía salir de allí, que estaba atrapado. El Tago volvió a perder color a los pocos minutos, esta vez fue Fernando quien se aventuró a jugar, esta vez sí que perdió.

De ese lapso surgieron situaciones que los chicos nunca habrían imaginado, como Javier y Silvia, que en vez de dos hijos tenían aparentemente tres. Como Ana que había perdido a un hermano pero había ganado a otro y además iba a tener que cuidar a su sobrina Fina, que acababa de perder a su padre, o Marta, que de pronto cambió su forma de ser por una más fría.

Todo se tambaleó y ese día, el 23 de marzo de 1970, cambió el rumbo de la existencia de todas aquellas personas y las que estaban por venir.

Lugar desconocido, 311 días.