De gilipollas está el mundo lleno

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Villa Rex, 320 días.

POV Luz

Había pasado casi mes y medio desde que Ainhoa y yo enterramos el hacha de guerra, en estas últimas semanas el ambiente ha estado inusualmente tranquilo en Rex, no han habido imprevistos, nos hemos dedicado a dar las clases, investigar, trabajar...Aunque claro, también ha habido tiempo para otras cosas, ya me entendéis.

Estábamos a 21 de Marzo, en dos días se celebraba en Madrid la reunión anual de Rex con todos los jefes de casas. Hace algunos años los ángeles y encargados también asistíamos a dichas reuniones pero desde que en la de 1985 la Od aprovechó para atacar se estableció la norma de que la semana anterior cada jefe y jefa reuniría a sus ángeles y encargados para llevar a Madrid las quejas y propuestas pertinentes y así arriesgar lo menos posible la integridad de Rex. Y en ello estábamos, no paraban de llegar ángeles y algún que otro encargado que por cercanía le correspondía la Villa de Vizcaya y Guipúzcoa aunque no trabajasen en casa.

Para estas ocasiones Ana abría el búnker bajo tierra que disponía de todo lo necesario para acoger a todos los ángeles y encargados en una misma sala.

Los encargados de la casa estábamos en la puerta de la villa en fila saludando como correspondía a cada uno de los invitados. 

—Y ese se llamaba Felipe ¿verdad? -señala Ainhoa al chico que se dirige hacia nosotras.

—Sí mi amor pero no te preocupes si no te acuerdas de alguno, que somos muchos, suficiente con haberte intentado aprender los nombres de cada uno de los 35 incluidos los poderes -le besé el hombro por encima del jersey.

Ainhoa llevaba una semana estudiándose al dedillo cada uno de los ángeles y encargados que venían hoy a la reunión, según ella quería causar buena impresión nada más pero yo, que estaba aprendiendo a leerla y cada día lo hacía mejor, sabía que desde muy pequeñita Ainhoa ha sido educada para complacer al resto y quedar bien y aunque ahora vive una realidad completamente diferente es imposible dejar de lado así como así algunos comportamientos. Una de las noches en las que estaba tumbada en la cama cien por cien sumergida en las fichas de los invitados me acerqué para hacerle saber que no era tan importante y que poco a poco iríamos deshaciéndonos de todo el lastre. Juntas.

Esa noche también descubrió que Paolo, el chef y propietario del restaurante de nuestra primera cita era el ángel de una niña de siete años llamada Alejandra.

—¡No me lo puedo creer! ¿Paolo también está metido en todo esto, Luz?

—Naturalmente -me encogí de hombros, creía que lo había podido percibir en aquella cena, las personas con poderes a veces nos podemos reconocer entre la multitud.

—Estoy flipando, cómo no me dijiste

—Ay mi amor creía que lo habías notado -dejé de ordenar el armario para acercarme a ella.

—Eee, Luz cariño soy una novata en esto ¿cómo iba a darme cuenta?

—Pues no lo sé, es verdad, tienes razón. Es que lo tengo tan normalizado y tú...

—Yo no sé ni una cuarta parte de lo que tú -agachó la cabeza.

—Oye no te voy a permitir que te infravalores porque curras como una perra para progresar y he de decirte que cada día lo haces todo mejor y que te veo más rápida. Has mejorado mucho desde que llegaste y me consta que todos y todas estamos super orgullosos de tí y lo vemos -deposité un fuerte beso en su mejilla.

—Gracias Luz -me miró con un destello triste en sus ojos.

—Venga, que no te quiero ver pachucha. Todo va a salir bien. Ahora pregúntame lo que quieras saber de quien te apetezca.

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