Capítulo 15

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París, o al menos un universo que replicaba su encanto a la perfección, era el escenario en el que se encontraban Miguel y Angeline, disfrutando de nuevamente estar juntos columpiandose entre las calles que la mujer de ojos ambar conocía a la perfección

— ¿Puedes explicarme por qué estamos columpiándonos en mitad de las calles parisinas de tu universo? — preguntó Miguel, manteniendo el ritmo de Angeline, quien lideraba el camino

— ¿No te gustaría simplemente disfrutar del momento? — respondió Angeline con su característico tono suave, una mezcla de dulzura y serenidad que siempre conseguía calmarlo, aunque fuese solo un poco

Miguel soltó un suspiro, aceptando el silencio mientras la seguía. Aunque su sentido arácnido no le advertía de ningún peligro, su instinto le decía que podía confiar en ella. Alguien como Angeline no lo sacaría de la sede solo para hacerle perder el tiempo

Finalmente, llegaron a la Torre Eiffel, donde Angeline rápidamente organizó un pequeño pícnic. La comida, exquisitamente presentada, era demasiado tentadora para que Miguel se resistiera, y el ambiente tranquilo lo invitaba a relajarse, algo que rara vez se permitía

— Entonces... ¿Me vas a contar sobre esos informes que mencionaste? — preguntó Miguel, sumergiendo un croissant en su café, sin poder evitar caer en su hábito de priorizar el trabajo

— Nunca dejas el trabajo, ¿verdad? — comentó Angeline, disfrutando de una fresa de la ensalada de frutas que había preparado, su tono cargado de una mezcla de comprensión

— Sabes cómo es mi responsabilidad como líder. No puedo permitir que esas anomalías arruinen el canon o pongan en peligro a personas inocentes — respondió Miguel, con la seriedad que lo caracterizaba.

— Lo sé, ser Spider-Man no es tarea fácil — dijo la azabache, observando con cierta melancolía su mano, donde llevaba su lanzador de telarañas

Miguel no pudo evitar sonreír, aunque con una pizca de confusión. Recordaba claramente que Angeline tenía la habilidad de crear telarañas de forma natural, sin necesidad de un lanzador

— ¿Pasa algo? — preguntó Angeline al notar su mirada

— ¿No crees que es innecesario usar los lanzadores? Tienes la habilidad de generar telarañas naturalmente — sugirió Miguel, pensando que era un desperdicio no aprovechar al máximo esa habilidad

— Oh, ya veo — dijo Angeline entre risas. — Bueno, he notado que a veces me fatigo más rápido cuando uso mis propias telarañas, así que los veo como una reserva y un ataque sorpresa por si alguna anomalía daña mis lanzadores

Miguel asintió, comprendiendo su lógica. — Es una buena estrategia, pero deberías trabajar en fortalecer esa habilidad para no perderla.

— Lo tendré en cuenta, gracias — respondió Angeline, agradecida por su consejo.

Mientras compartían el pequeño picnic, ambos disfrutaron de la compañía mutua y del hermoso paisaje de París desde la Torre Eiffel. El ambiente relajado les permitió desconectarse brevemente de sus responsabilidades como heroe, algo que Miguel raramente se permitía

Al finalizar, Angeline recogió todo y llevó a Miguel a sentarse cerca del borde de la Torre Eiffel, disfrutando juntos de la vista panorámica de la ciudad. Miguel se sentía cada vez más cómodo a su lado, un sentimiento que no era nuevo. Habían compartido misiones y conversaciones previamente, lo que había construido una sólida base de confianza entre ellos.

La brisa fresca y el sonido lejano de la ciudad los envolvían, creando un momento de tranquilidad en medio de sus vidas agitadas. Para Miguel, estos breves momentos de paz eran invaluables, y la presencia de Angeline, con su serenidad natural, solo hacía que fueran aún más especiales.

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⏰ Última actualización: Sep 07 ⏰

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