Capítulo 3

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No salía ni el sol y Miguel ya estaba listo para adentrarse en el universo de Luna y comenzar con su plan de acercarse a ella de una manera más natural, si no fuera porque Lyla lo detuvo antes de que ingresara al portal.

— Si yo fuera tú, esperaría al menos un par de horas — recomendó Lyla, apagando el portal y provocando que Miguel soltara un suspiro confundido.

— ¿Tú también, Lyla? ¿No fuiste tú quien me dijo que debía tomarme este "evento canónico" en serio?

— Sí, pero no creo que la vayas a enamorar si apareces en su apartamento a las 3 de la mañana. Pensaría que tienes otras intenciones — explicó, con una mirada de advertencia.

— No son las 3 am, son las 5 am — corrigió Miguel, mostrándole su celular que marcaba la hora — ¿Lo ves?

— Sí, pero aquí es diferente. Además... — dijo, sin encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que había descubierto el día anterior.

— ¿Además?

— Creo que sería una buena idea practicar lo que vas a decir. Así estarás preparado y podrás soltar los nervios — sugirió Lyla, observando a Miguel con curiosidad.

— No estoy nervioso, ¿por qué debería estarlo? No es difícil conversar con alguien y decirle que quiero que sea mi aprendiz — respondió Miguel, tratando de ocultar su inseguridad.

Al escucharlo, Lyla fingió sorpresa, aunque ya estaba al tanto de sus intenciones, habiendo escuchado toda la conversación entre Miguel y Peter.

— ¿Así que finalmente vas a tomar a Luna como tu aprendiz? — preguntó, tratando de sonar casual.

— Es más para enseñarle a ser menos imprudente en batalla — aclaró Miguel, esperando que su explicación calmara la emoción de Lyla.

— Vamos, Miguel. No tienes que mentir. ¿No te emociona ser su maestro y enseñarle todo lo que sabes? — sugirió Lyla, con una sonrisa traviesa.

— ¿Crees que eso funcionaría de verdad? — preguntó Miguel, con una pizca de duda en su voz.

— Claro que sí. Observa cómo sigue a Hobie y trata de aprender sus movimientos y tácticas — dijo Lyla, animándolo.

Miguel reflexionó por un momento y su rostro se iluminó al llegar a una conclusión. — Sí... Una Luna menos impulsiva en batalla, alguien que pueda razonar en medio del caos.

— ¿Ves? Es una gran idea, ¿verdad, Miguel? Ahora, empecemos a practicar. Yo seré Luna y tú serás tú — anunció Lyla, creando un holograma de una cama y recostándose en ella — uno, dos, tres, acción.

Miguel observó la escena, luchando contra su impulso de juzgar la situación. Sabía que era esencial practicar si quería tener éxito en su acercamiento a Luna, por lo que no pudo evitar fruncir el ceño ante el consejo de Lyla, un tanto frustrado por la incomodidad de la situación y la falta de práctica en expresar sus sentimientos. Sin embargo, decidió seguir su sugerencia y trató de verbalizar lo que le diría a Luna cuando se encontrara con ella.

— Muy bien, aquí vamos... — comenzó Miguel, intentando reunir sus pensamientos mientras observaba a la figura holográfica de Lyla en la cama. 

— Muy bien, aquí vamos... — comenzó Miguel, intentando reunir sus pensamientos mientras observaba a la figura holográfica de Lyla en la cama.

— Hey, D'Angelo, levántate — ordenó Miguel con voz ronca.

— Cinco minutos más, mami — bromeó Lyla conteniendo la risa.

— ¿Te estás tomando esto en serio o no, Lyla? — cuestionó Miguel con impaciencia.

— Solo estoy actuando de acuerdo a lo que ella haría, así que soporta — respondió Lyla con una sonrisa juguetona.

Miguel rodó los ojos y continuó practicando con Lyla, que dormía cómodamente en la cama holográfica que ella misma había creado, mientras el de ojos marrones intentaba agarrarla sin éxito.

— ¡Ay, carajo, esto sería más fácil si pudiera tocarte! — exclamó, dejando de intentar atrapar a Lyla

— Levántame con palabras, no con acciones. Cargar a una persona como si fuera un saco de papas no es una buena idea — recomendó Lyla, anticipando las acciones que Miguel podría tomar si estuviera en esa situación

Miguel suspiró molesto y, después de pensar por unos minutos, finalmente habló

— D'Angelo, tengo algo importante que decirte. Me gustaría que consideraras la posibilidad de convertirte en mi aprendiz. No solo quiero enseñarte a ser más cuidadosa en la batalla, sino también a ver las cosas desde diferentes perspectivas. Creo que podríamos formar un gran equipo juntos, si estás dispuesta

Lyla, dejando su papel de Luna por un momento, abrió los ojos y se sentó en la cama holográfica, evaluando las palabras de Miguel 

— No está mal. Pero ¿no crees que deberías ser un poco más... cálido? Después de todo, quieres que sepa que te preocupas por su bienestar y no creo que esa voz fría y seria te ayude a hacerle entender que ese es tu objetivo

Miguel suspiró, dándose cuenta de que Lyla tenía razón. Necesitaba infundir un poco más de emoción en sus palabras si quería que Luna entendiera sus intenciones verdaderas.

— D'Angelo, a mí realmente me gustaría ser tu mentor y que tú seas mi aprendiz. Creo que tienes un gran potencial y me gustaría ayudarte a desarrollarlo

Lyla asintió con aprobación al escucharlo y volvió a interpretar a Luna — Qué lindo, pero prefiero dormir — comentó antes de volver a cerrar los ojos y simular que seguía durmiendo.

Miguel, viendo la actuación de Lyla, tocó su nariz con frustración mientras caminaba de un lado a otro — No puedo más, no puedo más, no puedo más — murmuró estresado — ¿Puedes dejar de probar mi paciencia, Lyla? Necesito que actúes como D'Angelo, no que aproveches para molestarme

— Sabes muy bien que eso es lo que estoy haciendo. ¿O crees que ella te aceptaría ir a entrenar juntos a las 5 de la mañana? — respondió Lyla con una sonrisa burlona.

— ¿Qué quieres que haga entonces? — preguntó Miguel, tratando de recuperar la calma.

— ¿Qué tal si esperas a que venga al cuartel? O tal vez si le das una llamadita con tu gizmo te conteste — sugirió Lyla

— Con Hobie a su lado no creo que conteste. Siempre cuelga antes de que pueda decir algo es como si disfrutara responderme la llamada para decir "Hola" y apenas digo una palabra me cuelga diciendo "Adiós" — se quejó Miguel, imitando la voz de Luna haciendo que Lyla no pueda evitar reírse mientras Miguel no parecía encontrarle gracia.

— Sin duda, si hablara más con ella, nos llevaríamos muy bien — bromeó Lyla, molestando aún más a Miguel. Después de unos minutos, su expresión cambió y pareció tener una idea

— Qué gran idea, Lyla — exclamó Miguel emocionado, dejando a su asistente holográfica confundida

— ¿Me perdí de algo? — preguntó Lyla, esperando una explicación

— Como antes no se me ocurrió — se preguntó a sí mismo, ignorando a Lyla, hasta que finalmente le explicó su plan — tú le vas a decir a D'Angelo

— ¿Por qué crees que me escucharía a mí si cuando intentas conversar con ella a través de llamada te ignora? — planteó Lyla, recordando todas las veces que la joven le cortaba la llamada a Miguel

— Pero tú no eres yo. Estoy seguro de que a ti sí te escucharía

— Me gustaría ayudarte, pero ya sabes las reglas de los eventos canónicos. No puedo interferir. Así que buena suerte con ella, Romeo — dijo antes de desaparecer, dejando a Miguel frustrado

— Bien, lo haré yo solo. Gracias — afirmó Miguel, y continuó trabajando. Pasaron un par de horas y finalmente fue al universo de Luna, pero al llegar a su habitación, no había nadie — ¡Ay, carajo! — se quejó al regresar a su oficina, molesto

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