Príncipe.

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Y te perdí,
Eras el prototipo de hombre perfecto.
La estabilidad de mis grietas.
Eras aquel figura utópica que uno crea en los libros.
El príncipe azul de los cuentos de hadas.
Mi ser divino en tanta locura y tormento.
¿Cómo pude desperdiciar esta oportunidad de amar de verdad?
¿Cómo hui de un corazón puro y sincero?
No podías quedarte.
No podía permitirlo.
Te lo advertí.
Te lo dije.
Me destruí.
Soy estragos.
Llanto.
Dolor.
Inestabilidad.
Problemas.
Soy todo lo nocivo para ti.
No podía atormentar un alma tan pura e introducirla a un infierno ardiente.
No podía torturarte y llenarte de esta malicia destructiva.
De esta alma pecadora y estos labios tóxicos. 
No podía hacerte pecar.
Era incapaz de llenarte de  maldad.
No podía convertirlo en mi verdugo de la paz.
Solo para liberarme de esta guerra caótica y voraz.
En aquel cadete de martirio y soledad.
¡Dios! yo quería ser salvada.
Nuevamente estuve apunto de caer en las redes del amor.
Pero terminé ahogándome más en el pozo del miedo y la destrucción.
Terminé por caer en el abismo de la desilusión.
Y...
Aunque me doliera en el corazón,
Perder a un ángel real de ensueño,
No podía permitir que acepte a este demonio de las pesadillas.
Al dragón de la torre que no te deja escapar.
A las trampas de un embrujo capaz de matar.
O a esa película con el villano perturbador.
Ni mucho menos dejarlo entrar a...
Aquel corazón ingrato que cuando obtiene amor lo vuelve oscuridad.

Inmortal de corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora