Inmortal de corazón

Olvido.

No dejo de recordarte.
Todo a mi alrededor duele.

Todo lo que toco quema y trae consigo un recuerdo fugaz que me nubla.
Me ciega, y luego siento como las lágrimas inundan mis ojos.
No puedo.
Intento ser fuerte, pero en cada momento me quiebro.
Te imagino.
Te pienso.
Te dibujo frente a mí desesperadamente.
Te dibujo conmigo en mis sueños.
Te imagino en cada paso, en cada esquina.
Sé que no hay cura para el dolor que origina la muerte.
Sé que viviré con este agujero toda mi vida.
Con esta maldita punzada en el corazón por el resto de los días.
Que no se olvida.
Que no existe fórmula exacta para desaparecer el dolor.
Y cuando me imagino el resto de la vida que me queda sin ti, da miedo.
Porque temo olvidarte.
Me asusta el creer que voy a superar la ausencia.
Porque es superarte a ti.
Es pensar que ya no duele.
Que no hay más tristeza.
Que por fin se acabó esta desdicha.
Que al final del túnel siempre hay una luz de paz.
Es pensar que al final del día los que se van, de verdad no vuelven.
Cuando en realidad ese dolor es lo único que me mantiene viva  todos los putos días.
Pues es todo lo presente y real que me queda.
Es lo único que de verdad está aquí conmigo.
Lo único que me hace pensar que no te has ido.
Que llegaré a casa y ahí estarás.
Que te escucharé reír una vez más.
Que escucharé mi nombre con tu voz.
Sentiré tus abrazos cuando los necesite.
Qué podré mirar tus ojos chiquitos brillar.
Y rozaré tu suave rostro para admirarte.
Solo eso necesito, la esperanza de creer que te veré una vez más; todos los días me está manteniendo de pie.
Porque me destruye pensar que el mundo sigue cuando quiero que se hunda conmigo.