Capítulo 9: Aquel Robo.

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    Brooklyn, 21:56 pm.

    Adrian Way, el Octavo Diácono, y Helena Amery, heredera del Primer Diácono, repasaban una pila de documentos de importación. Frente a ellos tenían un mapa de varias bodegas propiedad de una compañía que ellos conocían muy bien.
   
    ─Los fanáticos del Primer Caído fueron quienes ordenaron los bombardeos, por supuesto. Concuerda con los reportes de Henry Scott─ Señaló Helena mientras le extendía dichos documentos─. Quizás Jano los entregó, el cargamento del puerto en Hell's Kitchen no tenía quien lo protegiera, Qatal los habría rastreado y recuperado esa misma noche, de no haber estado supuestamente fuera de la ciudad─.

    ─Si había quién lo cuidara─ Le mostró el reporte de una autopsia de una docena de uniformados─. Ellos eran de mis hombres, los encontraron en el Hudson, la policia pensó que cayeron desde el frente del norte, pero ellos estaban ese día en el puerto, aunque no son todos. Se los habrán llevado para interrogarlos, quizás fueron ellos quienes delataron las otras ubicaciones─.

    ─¿Lo reportaste a mi padre?─.

    ─No, ya es suficiente con que esto pasara por haber sido muy confiado─ Se recargó con cansancio en su silla─. En ese momento pensé que debía resolverlo sólo, para que tu padre deje de dudar de mí. Admito que fue estúpido─.

    ─Mencionas a mi padre como si fuera a cambiar nuestros planes─ Dijo ella, tomando una botella de una repisa para rellenar sus vasos─. Es bueno que veas que tu orgullo fue el causante de este problema─.

    ─Y la presión del resto de Diáconos, especialmente de la vieja Weber........., gracias─ Agregó tras recibir su bebida.

    ─Un placer........, no hay nada que puedan hacer de cualquier forma, si quieren reemplazarte tendrá que ser con un hijo tuyo. Lady Weber no tiene más poder que tú─.

    ─Tendrán que esperar a que cumpla al menos quince años para que pueda hacer el ritual─ Bebió hasta la mitad del vaso─. Y luego está el otro problema es que no hemos podido hallar una pista que nos guíe al Escudo, y el ritual iniciará en cuatro días. He intentado navegar para rastrearlo; sería más fácil hallar una piedra. Eso podría ser bueno también, si fuera fácil de localizar, Levi ya lo habría hecho─.

   ─Mi padre solía decir que ya estaba grabado el destino desde el momento en que el Amo llamó a nuestros fundadores, nuestras vidas ya estaban escritas siglos antes de que nacieramos─

    ─¿Y las de nuestros enemigos?─.

    ─Especialmente el de ellos. El Escudo y el Látigo nacieron, con ellos ya no hay nada que pueda detenernos, incluso El Escriba lo sabe─.

    ─¿Cuál será el plan que tiene para Zeruel?─.

    ─No podría adivinar, Zeruel tiene el potencial para ser un gran Diácono, incluso más que tu padre........, no digo que tu no lo serás, pero....─.

    ─El talento de Zeruel es dificil de negar─ Sonrió con orgullo. Su gesto pronto cambio a uno de trsiteza─. No quiero imaginar el día en que debamos pelear uno contra el otro─.

    ─Si ese día llega, te juro que yo lo haré. Será rápido─ Sujetó sus manos y las besó con delicadeza.

    El sonido del teléfono alertó de una llamada, fue Helena quién respondió.

    ─Gracias─ Respondió ella tras unos segundos─. El Látigo llegó─.

    ─Bien, hay algo que quiero hacer antes de nuestro vuelo mañana─ Miró de vuelta al mapa de la ciudad─. No fallaremos ésta vez─.

Knights of the SonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora