Capítulo 4

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Al volver al campamento base Atsushi y Kyouka os pusieron al corriente. Lo más significativo era que la señal de la cámara del sótano se había perdido, aquella cámara se había desconectado. Después de todo era la ubicación más complicada, no llegaba tan bien la conexión y lo sucedido estaba dentro de las posibilidades que habíais contemplado con anterioridad. Al mirar la imagen que devolvían las otras dos cámaras visteis que Akutagawa permanecía impasible, tal cual lo dejasteis antes de ir a explorar. En cuanto a Kunikida, estaba algo nervioso, se giraba hacia atrás, como si quisiera ver qué o quién podía haber a su izquierda.

‒ Kunikida-san, ¿qué sucede? ‒ Atsushi abrió la comunicación por el walkie.

‒ Nada, es solo mi imaginación ‒ respondió quitándole importancia.

‒ ¿Podrías ser más específico? No importa si es tu imaginación ‒ insistió el muchacho.

‒ Tengo la sensación de que hay alguien sentado justo detrás de mi, incluso sabría decir exactamente dónde, un par de asientos más atrás pero... ‒ todos vimos en la pantalla cómo encendió la linterna para enfocar los asientos ‒ obviamente no hay nadie. ¿Vosotros veis algo?

‒ Negativo ‒ aseguró Kyouka.

‒ Lo más probable es que sea una proyección generada por mi propio cerebro, tal vez esté relacionado con la activación del lóbulo temporal derecho o la glándula pineal, hiperestimulados al privarme del sentido de la vista y también del oído dado el silencio. Puede explicarse sin problema. ‒ sentenció ‒ ¿Podemos terminar ya?

‒ Sí, quédate ahí, pronto iremos a por ti y a por el material ‒ zanjaste el asunto un poco decepcionada.

‒ Tengo una duda existencial. ‒ murmuró Dazai ‒ ¿Kunikida-kun está estudiando para ser matemático o neurocientífico?

‒ Cada día sorprende más. ‒ Atsushi no cabía en sí de asombro ‒ Es capaz de haberse pasado la semana empollando estudios de todo tipo que justifiquen los fenómenos paranormales a través de la ciencia más pura.

‒ Conociéndolo no me extrañaría en absoluto... ‒ rodaste tus ojos ‒ Akutagawa-kun, ¿cómo vas? Has estado muy tranquilo, sin novedad ¿verdad? ‒ abriste ahora la conexión con la otra zona a investigar. Silencio ‒ Mmm... vamos a terminar la experiencia, iremos a por ti, ¿de acuerdo?

Un "Sí" ahogado se escuchó a través del walkie, bueno, al fin y al cabo era un chaval de pocas palabras. Levantasteis el campamento y os repartisteis, Kyouka y Atsushi irían a por Kunikida y recogerían el material, Dazai y tú iríais a por Akutagawa y haríais lo mismo. Quedasteis en encontraros en el vestíbulo principal para bajar todos juntos al sótano a por la última cámara y la grabadora.

Mientras subías las escaleras hacia la segunda planta le confesaste al moreno tu frustración, aún así le agradeciste por la genial idea que tuvo. Jamás habrías imaginado que llegarías a vivir una experiencia así, siempre la vivías desde el sofá de casa, soñando con el día en que pudieras ser tú la investigadora. Pues ese día ya llegó, aunque fue una pena que no hubierais obtenido material de calidad para participar en el concurso, las capturas de pantalla de los orbs ni siquiera daban impresión. ¿Deberíais pensar en otro tipo de material terrorífico? Aún quedaban unos días para el 31 de octubre y, por tanto, para participar. Había esperanza.

Ralentizaste un poco tus pasos, una sensación fría acarició tu nuca, miraste hacia atrás por impulso. ¿Qué fue eso? Tu novio se detuvo en seco y te preguntó si algo andaba mal. Contrariada negaste con la cabeza, tal vez Kunikida tuviera razón acerca de cómo el cerebro puede jugar con la percepción del ser humano. La tos tan característica de Akutagawa se escuchaba cada vez más cerca, estabais llegando a su zona.

‒ ¡Dazai-san! ¡(TN)-san! ‒ os llamó en cuanto intuyó vuestras siluetas justo detrás del destello de vuestra linterna.

Dazai se dispuso a recoger la cámara, tú fuiste a por la grabadora, el pelinegro seguía sentado en su sitio.

‒ Tened cuidado ‒ os dijo algo ahogado por su tos.

Lo miraste confundida, ¿cuidado? ¿De qué? ¿Por qué? ¿Realmente había estado bien durante todo el tiempo que duró su aislamiento? Le preguntaste a qué se refería y su respuesta os dejó atónitos.

‒ Está ahí, todo el tiempo estuvo ahí desde que me senté, justo detrás de la cámara, pero no lo veis por la luz de las linternas ‒ señaló en vuestra dirección, ¿desde cuando era amante de las bromas? Era todo lo opuesto a su admirado amigo, aquello no tenía gracia. Al ver tu mirada inquisitiva continuó ‒ Al principio estaba en la otra punta, intuí su silueta porque es más negra que la propia penumbra del pasillo ‒ notaste cómo el vello de tu cuerpo se empezaba a erizar ‒ pero cuanto más alumbraba más se acercaba. Si encendía la linterna desaparecía pero cada vez que la apagaba es como si diera un paso hacia delante hasta que se ha quedado detrás de la cámara y ya no se ha movido más.

‒ Akutagawa-kun ‒ pronunciaste temblorosa su nombre ‒ si lo que dices es cierto, ¿por qué no nos has avisado a través del walkie? ‒ le preguntaste a la vez que también te preguntabas si tu novio tendría las lágrimas en los ojos tan saltadas como tú.

‒ Porque no quería echar a perder la experiencia, tenía la intención de que se acercase hasta que la cámara pudiera captar algo ‒ tosió ‒ No podía defraudar a Dazai-san. ‒ con esta última frase te quedó bien claro que estaba diciendo la verdad absoluta, el pelinegro era capaz de aguantar hasta la más horrible tortura con tal de ganarse el respeto de su ídolo, estabas a punto de orinarte encima.

Sentiste cómo alguien te tiraba bruscamente del brazo, era Dazai. Os cogió a los dos y os sacó en volandas del lugar con un contundente y severo "vámonos de aquí", gracias a Dios él era capaz de mantener la calma con frialdad.  

En busca de lo insólito | Dazai OsamuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora