Lewis Hamilton, piloto profesional de Fórmula 1. Siete veces campeón del mundo, un corredor nato que ha superado cualquier adversidad que se le presentó. Enfocado en él, su carrera y futuro pero eso no durará demasiado en cuanto se cruce con un par...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Dayan
—Entonces, ¿Cómo te has sentido realmente en estas últimas semanas? —pregunta Lissie al otro lado de la línea.
Había pensado que después de la entrevista con el piloto de Mercedes, las cosas mejorarían. Pero no fue así. Ni ese día ni en los días siguientes, y mucho menos en las semanas posteriores. Por el contrario, la carga de trabajo ha aumentado para mí, todo debido a cierto piloto.
Suelto un largo suspiro, mostrando mi cansancio.
—Estoy cansada —respondo con sinceridad.
—Tranquila, es normal en los primeros meses. Mejorará —trata de animarme.
Debido a sus continuos rechazos e interrupciones en cada entrevista, al señor Jones no le ha agradado para nada mi desempeño, y comenzó a dudar de mi capacidad laboral. Pero ¿cómo puedo explicarle a mi jefe que no es por mí, sino por el piloto estrella que parece adorar? Bufando, maldigo la hora en que me lo asignó.
Abro los cajones en busca de una nueva muda de ropa interior, mientras abro y cierro armarios para escoger el conjunto que usaré hoy. La tarea doméstica ayuda como una distracción momentánea ante mis pensamientos.
—Vamos, no lo hace a propósito. De hecho, es un tipo muy amable —trata de convencerme, aunque sus palabras suenan más a una súplica que a una afirmación sólida.
Amable mis ovarios, pienso.
—Sí, claro, eso solo confirma que me odia —me lamento, necesitando recordarme constantemente que es mi trabajo y que mi jefe desea obtener cualquier exclusiva con él.
Maldición, ni siquiera puedo reclamarle porque el hombre parece adorarlo. ¡Tiene cada objeto de fan merch de Hamilton en su oficina! El tipo parece un fanboy devoto. Es más probable que me despida a mí antes de ir contra el piloto. La sensación de impotencia me abruma.
Desde mi primera entrevista con el piloto, Lissie no ha dejado de cuestionarme sobre cómo me sentí, insistiendo en si fue difícil entrevistar a algunos pilotos. No ha parado de bombardearme con preguntas desde temprano, ¡dios, apenas son las siete de la mañana!
Por suerte, encontré mi abrigo más acogedor; pensé que lo había perdido en el hotel anterior. Gracias a Dios, no fue así. Con tanto trabajo desde que ingresé a la fórmula uno, tengo demasiadas cosas en la cabeza y apenas me dio tiempo de hacer mi maleta para el Gran Premio de hoy.
Miro mi atuendo sobre la cama, orgullosa de mi elección. Una camisa blanca que combina a la perfección con mi suéter beige, sin dejar de lado mi precioso abrigo del mismo color.
Por último, completo el conjunto con unos jeans oscuros y un par de tenis blancos. La última vez que utilicé tacones, casi sentí mis pies desfallecer. Fue un consejo de Lissie, quien me dijo que a pesar de querer verme presentable, siempre debemos prioriza la comodidad. Además, asegura que el día de hoy será ajetreado y estaremos en constante movimiento.