07. Las citas y una visita inesperada

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—¡No, no! ¡Espera! ¡Estoy seguro de que este te va a encantar!

—Carlos, de verdad no tienes que...

—Escucha —Carlos interrumpió a Sergio—.
En un barco viajan un español y un inglés. En una de esas, el inglés se cae al agua y grita: Help! Help! Help! Entonces, el español va y le dice: Gel no me queda, pero, ¿quieres champú? —comenzó a reír estruendosamente—. ¡¿Entendiste?! ¡Gel por "Help!" y luego champú! ¡Tío, que es buenísimo!

Sergio suspiró. Era el quinto chiste que Carlos contaba durante la comida y no parecía tener intenciones de detenerse. Por lo visto, estaba demasiado nervioso como para dejar de contar chistes malos y luego reírse de ellos mismos, en lugar de centrarse en la deliciosa chuleta asada que tenía delante. 

—¿Verdad que es bueno? —Carlos volvió a hablar, mirando con ilusión a Sergio, pero al ver que este tenía una sonrisa torcida, su rostro se descompuso—. ¿No te gustó?

—Sí, sí, perdona —Sergio carraspeó, intentando recobrar el hilo de la conversación—. Es solo que me quedé pensando en algo, pero fueron muy buenos.

—Vale... —Carlos sintió un golpe de vergüenza. Sabía que estaba actuando de manera muy extraña con Sergio, pero no podía evitarlo. Nunca había estado en una situación como esa, es decir, jamás había pensado en Sergio de manera romántica hasta ese fin de semana y le estaba costando adaptarse. Era como si de repente hubiera visto algo en él que lo había hecho cambiar de parecer.

Algo que hacía que Sergio se viera diferente.

Abochornado, Carlos tomó sus cubiertos y comenzó a partir la chuleta en varios trocitos. Venía acompañada con una porción de arroz a la jardinera y ensalada; muy deliciosa para degustar en un día que consideraba muy especial. Miró de reojo a Sergio, quien tenía la mirada fija en su copa de vino blanco, sumido en sus pensamientos justo como en el último cuarto de hora. Él ya llevaba poco más de la mitad de su plato terminado —había pedido un filete sencillo de pescado con algo de ensalada también— mas no parecía tener mucho apetito ya que era una porción pequeña y llevaba demasiado tiempo con la misma cantidad.

Carlos optó por esperar unos minutos más para volver a hablar. Sergio parecía consternado por algo y no quería forzarlo a socializar si no quería. Eran buenos amigos; habían comido ya tantas veces juntos que no era necesario hablar todo el tiempo, con acompañarse era suficiente y él no quería cambiar eso.

Trató de darle tiempo, quizás más adelante se animaría a contarle qué le pasaba, pero por desgracia, tuvo un accidente con su arroz que lo obligó a armar otro número nuevamente. Por estar picoteando las verduras, un chícharo se escapó de su tenedor y salió volando sin control hasta chocar con la frente de Sergio.

—¡Ay! —exclamó Sergio con sorpresa, llevándose una mano a la frente. En realidad no le había dolido, pero lo había tomado desprevenido. Carlos dejó el tenedor sobre el plato y enseguida trató de disculparse.

—¡Checo! ¡Lo siento mucho! —dijo con el rostro colorado. Temía haberlo herido en el ojo, pues no había visto bien en qué sitio lo había golpeado el chícharo exactamente—. ¿Estás bien?

Sergio dejó de tocarse la frente y miró a Carlos, quién se veía bastante consternado. Quiso decirle que no se preocupara, que había sido un accidente, pero su mente estaba en blanco como para poder reaccionar.

Y es que momentos antes del accidente había estado pensando en lo sucedido el día anterior, por eso había estado tan callado. No había querido pensar en nada de eso durante la noche para no provocarse insomnio, pero después de hablar con Lewis en el desayuno y sacar el nombre de Max en la conversación, se puso a analizar la situación y desde entonces estaba privado para hablar como de costumbre.

King of the streets || Chestappen § Chewis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora