26. La decisión correcta no siempre es la más adecuada

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—¡Rápido! ¡Todo está listo en el quirófano de la sala este!

Los médicos corrieron a socorrer a la ambulancia que acababa de llegar. Al mismo tiempo, los paramédicos que iban dentro de ella abrieron las puertas para recibirlos, listos para informarles.

—¡¿Qué tenemos?!

—¡Masculino de 33 años en estado de shock con quemaduras de segundo grado en extremidades superiores e inferiores; fracturas costales con posibilidad de hemorragia interna por perforación de pulmón y conmoción cerebral! ¡Perdió el conocimiento a mitad del trayecto! —respondió uno de los paramédicos, corriendo a toda velocidad y empujando la camilla con la ayuda de los demás médicos.

—¡Motivo!

—¡Accidente grave de auto! ¡Es un piloto de carreras! —agregó el paramédico—. ¡Además de la sospecha de hemorragia interna, también ha perdido muchos líquidos por las quemaduras! ¡Necesita ser estabilizado pronto!

—¡Tenemos todo listo para sacar las radiografías necesarias y comenzar con la intervención quirúrgica! —anunció otra doctora cuando llegaron a la sala.

—¡Vamos!

Los paramédicos dejaron que los especialistas se hicieran cargo; sin embargo, cuando se dirigían a llenar los informes necesarios para el ingreso, dos personas los interrumpieron abruptamente.

—¡¿Dónde está?! ¡¿A dónde se lo llevaron?!

Una de ellas hizo el amago de entrar a la sala de urgencias, pero los paramédicos le detuvieron a tiempo.

—¡No puede entrar ahí! ¡Es un área restringida!

—¡Checo!

—¡Max! ¡Cálmate!

Lewis lo jaló del brazo para evitar que hiciera una locura. Habían seguido a la ambulancia desde el circuito en un auto prestado ya que no les habían permitido viajar con él, sin importarles estar descalificados del Gran Premio. Toto también había conseguido un vehículo particular para trasladarse al hospital, pero la prensa lo había abordado cuando estaba a punto de abandonar el circuito. Solo ellos habían logrado escapar, aunque los medios no tardarían en aparecer ahí también pronto.

—¡¿Cómo quieres que me calme?! —gritó Max empujándolo—. ¡El auto prácticamente estalló! ¡Necesito verificar que está vivo!

—¡Escuche a su amigo, por favor! —uno de los paramédicos también intentó controlarlo—. ¡Está en manos de los expertos! ¡Déjelos hacer su trabajo!

—¡Usted no va a decirme qué hacer!

—¡Max, ya basta! —Lewis lo abrazó del torso para evitar que se fuera contra el paramédico—. ¡Poniéndote así no vas a lograr nada! ¡Necesitamos tener cabeza fría en este momento!

Forcejearon unos segundos más hasta que Max se rindió y se apartó para intentar tranquilizarse. En tanto, Lewis fue con los paramédicos para disculparse.

—Lo lamento, está muy alterado —explicó, cambiando constantemente el peso entre sus piernas por los nervios—. Espero que esto no signifique un problema para permanecer en el hospital.

—No se preocupe. Comprendemos perfectamente la situación, pero no pueden armar estos escándalos dentro de un hospital. La próxima vez intervendrá seguridad y ahí si no podremos hacer nada para evitarlo.

—Lo sé, no volverá a pasar —Lewis los apartó un momento hacia un mostrador y se inclinó hacia ellos para hablarles en voz baja—. Una cosa más... ¿Cómo... Cómo está él? ¿Cómo está Sergio?

King of the streets || Chestappen § Chewis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora