King of the streets || Chestappen § Chewis

28. Incertidumbre

Dos semanas de descanso. Eso era lo que tendrían los pilotos previo al GP de Estados Unidos para intentar recuperarse del horror que había sido Catar. Algunos aprovecharían esos días para hacer un viaje corto y visitar a sus familias; otros mantendrían la rutina de entrenamiento y agregarían horas extras de trabajo en el simulador para buscar el máximo resultado en el circuito. Solo un piloto mantuvo un perfil bajo e hizo todo lo contrario para evitar que la prensa lo acosara y descubriera lo que tenía pensado hacer.

George lo prefirió así. Quiso quedarse en Catar a diferencia del resto con el pretexto de que se tomaría unos días para reponerse de su regreso a la pista. Toto no le dijo nada al respecto. El único reto en ese lugar era el clima, pues Catar resultaba un infierno la mayoría del año. El calor era insoportable y había muy pocas cosas que hacer si no se estaba oficialmente de vacaciones, pero aún así resistió dos días más antes de tomar un vuelo privado hacia Japón, dónde vería a Sergio en el hospital por primera vez desde que había sido internado.

Las palabras de Lewis le habían dolido. Era cierto que durante toda la temporada había deseado ver a Sergio acabado y a él de vuelta en los circuitos, pero no a merced de su vida. No era capaz de llegar a esos límites tan despreciables. En el fondo no podía odiarlo como tanto se había encargado de decir. Lo conocía desde hacía años y quisiera o no habían pasado buenos momentos juntos. Solo había pasado por una época equivocada dónde se había dejado cegar por el dolor y la venganza.

Al llegar al hospital, se registró en la recepción y ahí le indicaron en qué habitación se encontraba. Tuvo que tomar el ascensor ya que se encontraba muchos pisos arriba, y mientras la pantalla le indicaba el ritmo al que iba subiendo, su corazón latía cada vez más rápido. Estando en el piso correcto, salió del ascensor y caminó a lo largo del pasillo que lo llevaría hasta la habitación 1016. Metros antes de llegar tuvo el impulso de girarse sobre sus talones y salir por dónde había ingresado, pero fue demasiado tarde ya que su mano ya se encontraba jalando la maneja para abrir la puerta.

Entonces, lo vio.

Vio primero la punta de sus pies cubiertas por una manta delgada de color blanco, seguido de los soportes de la cama y algunos cables que tocaban el piso. Con un poco más de valor, se animó a cerrar la puerta y a caminar más hacia adentro, dónde por fin pudo ver el rostro lastimado de Sergio atrapado por una máscara de oxigeno y los brazos envueltos en varios vendajes por las quemaduras del accidente. Se estremeció. Desde ahí parecía que solo estaba dormido, pero sabiendo el contexto de lo que había pasado, verlo postrado en una cama tan herido era difícil de digerir.

Ahora entendía por qué Lewis lloraba todo el tiempo. Sergio se veía tan vulnerable y magullado que dolía hasta respirar. Los médicos habían dicho que estaba bajo un coma inducido, pero...

¿Y si las cosas no resultaban bien cuando despertara?

George sacudió su cabeza e intentó no pensar en eso. No tenía por qué suceder así. Por más que Jos le hubiera metido malas ideas en la mente no podía desearle algo tan cruel como la muerte.

Se acercó a él hasta quedar a su lado y se le quedó mirando unos instantes más, posando una mano sobre la tela de la bata de hospital que tenía puesta. Por debajo de ella también se sentían algunos vendajes gruesos e incómodos por las costillas fracturadas. Hizo una mueca. La mayoría del tiempo lloraba por muchas cosas. Todos sus conocidos le decían que era un sentimental, y apesar de todos los problemas y malas acciones por las que había tenido que pasar, sus ojos se cristalizaron en empatía con él. Quizás un poco hipócrita tomando en cuenta los últimos acontecimientos, quizás no, pero en esos momentos estaba siendo el George de antes, el chico amable que no conocía la palabra «rencor».