Prologo

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Un par de golpes firmes en la puerta de la habitación de Jack marcaron el fin de su pacífica noche. Abrió los ojos con cansancio y se levantó del viejo sillón, tomando su tiempo con cada pequeña acción.

-Adelante -dijo finalmente con voz ronca.

La puerta se abrió sin prisa, revelando a un pequeño pero fornido hombre acompañado de un joven alto pero mucho menos musculoso, ambos portando más armas y cuchillas de las que el chico sabía contar.

-Identificamos al objetivo en una pequeña choza aislada a los pies de unas montañas al sur -reportó el hombre mayor.

Jack permaneció en silencio mientras se vestía: botas de cuero, un cinturón repleto de dagas, otro con dos armas de pólvora y un brazalete con una pequeña ballesta incorporada, todo cubierto por una gruesa capa, la cual era perfecta para los duros inviernos de Valguardia, pero aún más para ocultar su equipamiento.

-Establecimos un perímetro a un kilómetro de distancia -prosiguió el hombre ante el aparente desinterés de Jack-. Jack, lo tenemos rodeado.

-Buen trabajo -respondió con un breve movimiento de la cabeza-. Ve a buscar a Leah -le ordenó al joven.

-¡Jacob! -saltó el muchacho, levantando su mano para un apretón.

Jack tardó unos largos segundos en reaccionar, pero se lo devolvió.

-Claro... Jacob, dile que traiga su equipo.

El muchacho miró de reojo al hombre que lo acompañaba y, sin esperar respuesta, salió corriendo de la habitación. Jack volvió a desviar su atención a su equipamiento, colocando pólvora en una de sus armas y ajustando algunas hebillas. Esperando en silencio hasta que las pisadas del muchacho ya no se escucharan en el chirriante piso de madera.

-¿Lo vas a llevar contigo? -preguntó Jack.

-Va siendo tiempo de que comience a trabajar, conseguir experiencia, fortalecer su carácter -dijo el hombre alzando los hombros.

-Tiene trece, Gilbert. Debería estar limpiando algún barco viejo, no haciendo... esto -dijo desenfundando una de sus armas y estampandola sobre el escritorio.

Gilbert desvió la mirada con sentimiento de culpa, pero se forzó a mirarla. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro al ver el grabado en la madera de la empuñadura, "GB", todavía lo tenía, tantos años después. La levantó con cuidado y su sonrisa se desvaneció, como si la sensación del arma en sus manos lo despertara de un placentero sueño.

Esto... -dijo Gilbert apoyando el arma en el pecho de Jack-, es lo que nos trajo hasta aquí, no un par de plateadas de un viejo pescador.

Antes de que Jack pudiera pronunciar palabra, una joven mujer se apareció por la puerta. Mayor que Jacob, pero aún así  más joven que ellos. A diferencia de Gilbert y Jack, la mujer no llevaba una capa que ocultara todo su equipo, más que nada porque no llevaba mucho: un pequeño revólver en su cintura, cubierto por su grueso abrigo, y un rifle de cerrojo en su espalda.

-¿Estaba buscándome, señor? -preguntó la mujer, irguiendo una postura formal con ambas manos en la espalda.

-Vamos a salir. Dile a todo el personal no armado que se vaya a casa. No puedo garantizar su seguridad -dijo, mirando a Gilbert con eso último.


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