Tocándolo bajo la mesa.

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Advertencia de contenido: el capítulo contiene una mención a la autolesión. Se recomienda la discreción del lector/a.


Osamu Dazai pensaba constantemente en lo mucho que odiaba ser un adolescente. Su intelecto era algo de lo que estaba particularmente orgulloso, incluyendo la frialdad con la que era capaz de analizar diversas situaciones para encontrar la mejor solución a cualquier problema que se presentara frente a él. Cualquiera mientras no involucrara el tema del amor, por supuesto.

La etapa de la vida en la que se encontraba le suponía que, sin importar que fuera el ejecutivo más joven en la historia de la mafia, también era víctima de las estúpidas hormonas. Y, en ese momento en especial, se sentía peor de lo usual.

Normalmente, era capaz de controlar sus sentimientos por Chuya, disfrazando su coqueteo por bromas pesadas entre ambos; una relación curiosa, pero a la que el resto de la mafia ya estaba acostumbrada y por ende no levantaba sospechas. Incluso había logrado que pasara como normal el acercamiento que los jóvenes habían desarrollado las últimas semanas, pasando más tiempo juntos, viéndose incluso fuera del horario laboral. Si le preguntaran cuál consideraba su mayor logro, por encima de sus acciones en la mafia, diría que poder ocultar su enamoramiento y sus muy sutiles intentos de coqueteo.

Sin embargo, en ese momento, era incapaz de pensar en algo que no fuera en lo bien que se había sentido tener la mano de Chuya contra la suya durante unos instantes. Golpeó el costal frente a él, y la máquina marcó una puntuación promedio. Sabía que la fuerza física no era su mayor cualidad, pero necesitaba liberar estrés con algo. Y, dentro del arcade, dicha máquina parecía la mejor opción.

Volvió a golpear el costal con fuerza, aunque su puntuación apenas mejoró, lo que lo hizo sentir aún más patético. No servía para estar enamorado, no servía para liberar frustración... ¿Podría acabar ya esta etapa de su vida? Parecía que solo servía para ser un mafioso, y para eso sería mejor que no fuera un tonto adolescente con tontos sentimientos que le llevaban a hacer tontas acciones.

—¿En qué momento dejarás de dar tanta pena? —Preguntó Chuya a su espalda, y Dazai hizo una mueca sin girarse a verlo. Por extraña ocasión, no tenía ganas de verlo, principalmente porque sentía que en cualquier momento su autocontrol fallaría, se lanzaría a besarlo y arruinaría el secretismo de sus sentimientos, arrastrando hasta el fondo su reputación. Odiaría darle a Chuya una razón para molestarlo, casi tanto como odiaría tener que lidiar con el rechazo.

—No recuerdo haberte invitado —Finalmente respondió, después de unos pocos segundos que utilizó para enfriar su mente, aunque no le había servido de nada. Chuya siempre le parecía hermoso, pero ese día en particular le parecía el joven más atractivo de todo Yokohama y daría lo que fuera por poder besarlo apasionadamente. Afortunadamente, su rostro no demostró nada de sus pensamientos y se mantuvo impasible, siendo la única emoción que podría reconocerse una ligera molestia ante la presencia de Chuya.

—No sabía que necesitaba tu permiso para venir —Contestó, haciendo a un lado a Dazai y dándole un puñetazo al costal que hasta hace poco era víctima de su compañero, quien rodó los ojos en cuanto vio la estúpida alta puntuación que rompía un récord que también le pertenecía a Chuya. Sabía que no utilizó toda su fuerza, lo que lo hacía más frustrante. No era justo que él diera pena mientras Chuya era genial en absolutamente todo— ¿Qué pasa?

—Nada —Mintió Dazai, dando la vuelta y maldiciendo silenciosamente a Chuya que lo seguía. ¿Tan difícil era darse cuenta de que quería estar solo? O, al menos, que no quería estar con él. No cuando le parecía tan malditamente atractivo.

—Anda, no estés molesto —Lo molestó Chuya, con un inusual tono juguetón en él. Dazai se mordió el labio, alejando rápidamente la mirada. Estaba haciendo uso de todo su autocontrol, pero si Chuya seguía con esa actitud en cualquier momento se dejaría llevar y juntaría sus labios con los suyos—. Juguemos a algo que se te dé bien.

Excuse. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora