Osamu Dazai miró hacia el cielo y observó el sol brillante compartiendo sus rayos con él. Y, por primera vez, no lo odió. Por el contrario, extrañamente pensó que seguramente él brillaba más que el mismo sol en esos momentos, o al menos así se sentía en su interior. ¿Así se sentía la felicidad? Qué extraño, pensó. Y podía experimentar esa sensación tan particular gracias a su primer amor, Chuya Nakahara.
Tan solo el día anterior había logrado tocarlo de una manera más íntima que nunca, y Chuya parecía no haber opuesto resistencia. Creía que, a este punto, ya le hubiera reclamado si le molestara que lo tratara de esa forma. Por el contrario, parecía que su relación había mejorado y que ahora Chuya se portaba con más suavidad con él, como si recién hubiera descubierto un lado suyo que desconocía.
Viendo que con la suficiente fuerza de voluntad y, claro, un poco de suerte, podía volver realidad sus deseos respecto a Chuya, ahora una nueva idea se le había metido en la mente y no le había permitido dormir la noche anterior. Porque, ¿Cómo podría descansar cuando en lo único en que pensaba era en pasar sus manos por el cabello de Chuya?
Como todo en él, le parecía precioso, pero recientemente le había prestado atención. Amaba con locura el azul de sus ojos, pero ahora se daba cuenta que el color resaltaba tanto debido al cobrizo cabello que envolvía su rostro y realzaba sus finas facciones. Además, Chuya siempre lo tenía bien cuidado y peinado, a diferencia suya con sus rizos rebeldes que solo le parecían molestos.
Se preguntó si alguna vez Kouyou lo habría peinado, y ese pensamiento fue el que no lo dejó dormir toda la noche. ¿Le habrá hecho trenzas? ¿Le habrá hecho dos coletas? ¿Le habrá puesto adornos? ¿Flores, perlas, hilo de colores para decorar su cabellera? ¿El corte que llevaba actualmente había sido su idea? En vez de molestarse como hacía usualmente con su enamoramiento, encontraba fascinante cómo podía estar tan obsesionado con algo como esto, probablemente gracias a sus últimas interacciones con el chico que le gusta.
Se estiró un poco, aprovechando que estaba al aire libre, disfrutando de las calles de Yokohama en pleno día de manera recreativa, sin tener un trabajo pendiente por cumplir. Al estar bajo el sol, se preguntó cómo se vería bronceado. Seguramente sería una vista graciosa por todos los lugares que cubrían las vendas, dejando un color de piel disparejo en su cuerpo. También se preguntó qué opinaría Chuya del mismo.
—¿Dazai? —Preguntó Chuya, deteniéndose en medio de la banqueta. Dazai le sonrió a manera de saludo: aunque el encuentro parecía mera casualidad, por supuesto que no lo era. Sabía que Chuya tomaba esa ruta para dirigirse al edificio de la Port Mafia. Usualmente se transportaba en su motocicleta, pero deshacerse de ella fue tan fácil como usar un destornillador. Tampoco le había hecho nada grave. No era un monstruo, solo quería ver al chico que le gusta.
—Buenos días, Chuya —Cantó alegremente, manteniendo la sonrisa frente a la vista que se le presentaba frente a él, felicitándose a sí mismo mentalmente por lo buen actor que era. Porque, ¿Qué demonios hacía Chuya caminando con una chica?
—Te veré después —Se despidió rápidamente Chuya de la joven, con un tono afectivo. Dazai no podía dejar de preguntarse de dónde había salido esa chica. Estaba seguro de que todos los integrantes de Sheep ya no estaban en Yokohama, por lo que tendría que haberla conocido recientemente. La chica se despidió de Chuya y también le hizo un gesto a Dazai, que por supuesto correspondió. Podría estar celoso, pero no lo demostraría. Eso levantaría las sospechas por parte de Chuya— ¿Qué haces aquí?
—Estaba disfrutando el día. Hasta que te vi —Molestó Dazai, aunque sus palabras contenían algo de verdad. Se sentía tan feliz hasta que los molestos celos se apoderaron de él... Sabía que Chuya era la persona más hermosa del mundo, pero quería creer que solo él se había dado cuenta de dicha belleza y, por ende, podía monopolizar a su compañero. No le gustaban estos golpes de realidad que le recordaban que el resto del mundo tenía ojos también.
—Este es mi camino —Le recriminó Chuya, ambos caminando a lado del otro a pesar de molestarse con sus palabras. Dazai se quedó en silencio, pues no tenía ganas de hablar. Una pena, porque siempre tenía al menos diez temas diferentes preparados para hablar con Chuya en caso de que se presentara la oportunidad. De verdad, ser adolescente era lo peor.
Siguieron caminando en un silencio que se sentía incómodo, pero que Dazai se esforzaba por ignorar con todas sus fuerzas. Le parecía increíble cómo podían regresar en silencio cómodamente cuando terminaban una misión, como si no acabaran con organizaciones enteras y lastimando hombres mucho más grandes que ellos, pero cuando se trataba de algo tan casual como encontrarse en medio de la calle (aunque no tenía nada de casualidad) reinaba la incomodidad entre ellos.
—El día está muy brillante, ¿No? —Comentó Chuya, incapaz de mantener el ambiente extraño entre ellos por un segundo más. Dazai sonrió ligeramente, de forma apenas perceptible, por el comentario. De verdad era adorable—. Es raro que el sol pegue con tanta fuerza en esta época del año.
—Dímelo a mí —Se quejó Dazai, señalando las vendas en su cuerpo. Chuya rio en respuesta, y se sintió satisfecho porque burlarse de sí mismo -en especial de algo que ocultaba heridas dolorosas- logró arrancar una risa de Chuya, que sobraba decir era uno de sus sonidos favoritos en todo el mundo.
—Claro, tú lo tienes peor —Contestó con una exhalación de risa su compañero, que tomó el sombrero de su cabeza entre sus manos—. Aunque el sombrero también es bastante caluroso.
—¿Por qué no te deshaces de él? —Preguntó con molestia. Sinceramente, odiaba ese horrible sombrero que le ocultaba tan bello rostro. Y, cuando caminaban de esa manera, uno a lado del otro, hacía que fuera imposible verlo. No lo había quemado porque sabía que era preciado para Chuya y se pondría genuinamente triste en caso de perderlo.
—¿Por qué lo odias tanto? —Cuestionó de vuelta Chuya, volviendo a colocar el sombrero sobre su cabeza. A Dazai casi le dio asco ver el orgullo con el que lo portaba—. A todos mis amigos les gusta.
—Pareces tener muchos amigos —Comentó Dazai, tratando de que la voz le saliera lo más casual que pudiera, mientras intentaba dirigir la conversación hacia donde le interesaba.
—Y tú pareces no tener muchos de ellos —Le respondió Chuya, con toda la razón del mundo. Tampoco le daba mucho valor, sólo había una persona que le importaba en el mundo y estaba caminando a su lado en ese momento—. Tu sonrisa espantó a la chica de hace un momento.
—¿De dónde la conoces? —No pudo evitar preguntarlo. Por más frialdad que intentara tener, no dejaba de ser un tonto adolescente de 16 años enamorado y que siente celos. Solo esperaba que su tono de voz hubiera salido tan calmado como sonó en su mente y no demostrara nada de la desesperación de su interior.
—Del arcade. A veces juego con ella cuando no voy contigo —Perfecto, además de que sabía que tenía más amigos fuera de la mafia de los que preocuparse, también se enteraba que a veces salía sin él. Su día estaba oficialmente arruinado.
—De seguro pierdes cuando no voy contigo —Chuya rio ante su infantil respuesta, pero no ahondó más en el tema. De repente, Dazai recobró las ganas de seguir hablando. Quería dejar de preocuparse por tonterías. Pero también quería que el chico que le gusta le siguiera prestando atención y olvidarse de la estúpida tristeza que los celos le estaban provocando. Quería ser el único para él—. En serio, deberías quitarte ese sombrero.
—Sólo lo hago porque hace calor, para que lo sepas. A mí me encanta —Aceptó Chuya, quitándose el sombrero y cargándolo entre sus manos. Dazai sabía que le encantaba, por eso el accesorio no había desaparecido ya de la misma manera misteriosa en que su motocicleta no arrancó esta mañana—. Además de las vendas, ¿No te da calor con ese cabello?
—No —Respondió Dazai, y de repente se le ocurrió una brillante idea que reemplazó la tristeza en su interior con mariposas revoloteando. Ser adolescente era toda una experiencia... Ojalá terminara cuanto antes— ¿Y a ti? Tienes el cabello bastante largo.
—Solo cuando hace mucho calor. En realidad, es bastante delgado —Contestó Chuya, al parecer sin darse cuenta de las intenciones de Dazai, que acercó su mano hacia la cabellera de Chuya y pasó sus dedos entre unas hebras de la punta. Dazai sintió como su compañero se tensaba ante el movimiento.
—Tienes razón —Dijo, tomando un mechón del pelirrojo cabello y colocándolo detrás de la oreja de Chuya. No debió haberlo hecho, pues el lenguaje corporal de Chuya le demostraba que estaba particularmente atento a sus movimientos y probablemente había sospechado algo. Pero no le importó. De verdad moría de ganas de pasar sus dedos por su cabello, y había funcionado, mejorando bastante el curso de su día.
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Excuse. (Soukoku)
FanfictionDonde Dazai busca excusas para coquetear con Chuya. ✔ Completada.