Capítulo 13

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Todo volvió a ser como era en el principio.

Incómodo.

Vivían bajo el mismo techo, pero en diferentes mundos. Los días pasaban sin que se diera cuenta, y Mikey se encontró haciendo la misma rutina que tenía antes de que Shinichiro muriera. La única diferencia era la cicatriz que estaba en su corazón, que le hacía sentir dolor en cualquier momento, y en especial cuando veía a Takemichi.

Takemichi había entrado en el séptimo mes de embarazo, y Mikey tenía que admitirlo, su estado era pésimo. Su vientre estaba más grande de lo que había llegado a pensar, y todavía le quedaban dos meses más. Aun así, ninguna palabra de queja había salido de su boca, incluso aunque ya no pudiera hacer las cosas que solía. Y él era muy obstinado como para preguntarle cómo estaba. Aunque tampoco era como si se hablaran.

— ¿Qué es lo que realmente sucedió? — Draken le preguntó un día cuando estaban almorzando juntos. — Puedo sentir la tensión, ¿Sabes?

Mikey suspiró hondamente. Siendo el buen amigo que era, Kenchin siempre mantenía un ojo sobre él. No es que no estuviese agradecido de tener un amigo como Kenchin, pero en tiempos como este, prefería mantener sus problemas en privado, ya que sentía que lloraría de nuevo si hablaba acerca de eso. Sabía, desde el último chequeo de Takemichi en el hospital, que tarde o temprano Kenchin le haría esa pregunta, pero él honestamente, no había preparado una respuesta.

— Solo un par de cosas.— Murmuró, pretendiendo estar ocupado con sus palillos.

— No tiene sentido demandarte una respuesta ¿cierto?— Draken suspiró y se inclinó hacia atrás en su silla.

— Me conoces tan bien.— Respondió secamente, para luego llenarse la boca de arroz, señalándole al otro que no quería seguir hablando del tema.

— Bueno, elegiste un mal momento para estar en malos términos con Takemichi.— Dijo Draken tratando de provocar al más joven. — Verás, le es incluso difícil caminar correctamente ahora, y eso significa que necesita tu ayuda.

Mikey tragó su comida antes de mirar a Kenchin.

— Pareciera que no puede hacer nada, pero de hecho, no necesita ayuda. Lo he estado observando, y está perfectamente bien él solo.

— ¿Lo está?— Draken arqueó sus cejas. — Dime, ¿Cuántas horas realmente lo observas a diario como para saber que realmente no necesita ayuda?

La pregunta lo dejó sin habla.

¿Una hora al día? Se preguntó a sí mismo.

Veía a Takemichi aproximadamente treinta minutos en la mañana cuando estaba desayunando y preparándose para ir al trabajo, y otra media hora en la noche cuando estaban cenando. Los fines de semana no lo veía mucho, ya que ninguno de los dos se quedaba en la misma habitación por más de cinco minutos.

— Ves...— Draken captó su gesto y bufó. — Ni siquiera puedes decirme.— Dijo. — Mira, aún quedan dos meses, Mikey. Solo compórtate como debes, terminará en un cerrar de ojos.

Mikey rodó sus ojos.

— Es fácil de decir, pero tú no lo estás experimentando.

— Solo dime exactamente que sucedió.— Draken exigió desesperado, se sentó derecho preparado para escuchar lo que fuera que Mikey tuviera que decirle. — Estaban bien hace un mes atrás, muy bien de hecho, ¿Qué cambió?

Mikey se mantuvo en silencio.

— ¿Ya no están juntos?— Draken preguntó, rogando para que lo que dijo no molestara a Mikey.

El regalo de Shinichiro (Mitake/Maitake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora