15

652 91 59
                                    


Cuando se despertó juró que estaba en el cielo. Que estaba muerto o al menos convaleciente, sin muchas esperanzas.

Pero al abrir bien los párpados y después de adaptarse a la luz pudo observar que estaba recostado entre cubos de paja. Se enderezó y observó el lugar, una pequeña casa de madera con techos altos, estaba en un establo, hasta donde pudo entender.

Quería levantarse, pero escuchó pasos fuera y se recostó tan rápido que sólo se pudo maldecir mentalmente para no echar un grito por el fuerte golpe en la cabeza.

Escuchó que alguien venía y se acercaba, podía oler los huevos cocidos y su estómago gruñó.

–Roier, levántate ya, sé que estás despierto. Tu respiración te delata. —escuchó.

No pudo evitar fruncir el ceño y abrió lentamente sólo un ojo para entender mejor de quién provenía esa voz.

Era una mujer, que jamás había visto o al menos no lo recordaba.

Guapísima, de labios carnosos y rosados, pestañas largas y curvadas naturalmente, un lunar cerca de los labios, ojos ambarinos iguales a los suyos y cabello castaño hasta la cintura.

–¿Qué? —empezó. –Disculpa... ¿cómo sabes mi nombre?

Ella sonrió, y vaya, su sonrisa era más preciosa aún, aunque se veía peligrosa y seductora.

–No me conoces, pero yo a ti sí, y no sabes cuánto. —se burló.

–No... no lo entiendo. —aceptó, sobándose el golpe que se dio al principio.

–Spreen... —empezó.

Su mirada se dirigió rápidamente a sus ojos hermosos, necesitaba saber cualquier información del chico, aunque su corazón se sintiera herido.

–Él me mandó a buscarte. —suspiró. –Sabía lo que pasaría y me envió para ayudar antes que cualquier cosa.

–¿Él hizo eso? —jadeó. –¿Dónde está?

–En su casa, supongo. Está siendo vigilado, pero parece que todo se empieza a calmar poco a poco. —se rascó el brazo. –Toma, come esto.

Roier aceptó el plato sin pensarlo y comió con desesperación, no le importaba verse mal.

–Necesito que me cuentes un poco más sobre eso... —detuvo su masticar. –Te lo suplico.

Ella sonrió, sentándose a su lado para poder prestarle mejor atención.

–Oh, cariño. —suspiró. –Yo vi cuando quemaron tu casa y todas tus cosas. Te esperé ahí, porque sabía que debías pasar cerca, te seguí, pero no pensé que corrieras tan rápido. Fue difícil, casi muero, pero cuando te vi caer supe que algo estaba mal, tenía miedo de que te hubieran herido o algo.

–No creo que nadie pueda herirme más. —se quejó, convencido.

–No seas bobo, después de tocar fondo, sólo queda subir. —cruzó los brazos.

–Pero... ¿Eso cómo se relaciona con Spreen? —la miró.

–Él fue el que me mandó por ti, me hizo prometer que te seguiría hasta donde fueras y te mantuviera a salvo. —recordó. –Llevábamos semanas hablando, él me contó que algo fuerte iba a pasar, porque lo presentía. Así que cuando supe que todo había comenzado y te vi llegar junto a él, como se imaginó, tuve que alejarme de la turba para esperarte y seguir con el plan inicial.

–¿Por qué aceptaste? ¿Por qué no dejaste que todo pasara sin más? —la miró con recelo.

–¿Alguna vez te has enamorado tanto, que harías lo que sea para una persona aunque esa persona no te ame a ti? —le devolvió la mirada, feroz.

Unholy / SpiderbearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora