Capítulo 19. Haciendo lo Correcto

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19 de noviembre

11:40 de la mañana

Aquella mañana Vuk y yo salimos a pasear por Viševać. Mi hermano pequeño no se separó ni un minuto de mí, y no me soltó el brazo durante todo el trayecto. Al regresar, nos fuimos al salón, donde Athene estaba escribiendo en un bloc de notas con un teléfono al lado. Nos saludó con la mano según nos vio entrar, sonriendo. Al acercarnos, vi que estaba leyendo un documento que le habían mandado desde la UE. Vuk se sentó a su lado, y cogió el libro que había estado leyendo la noche anterior de la mesilla de noche. Me senté en el sillón al lado del sofá.

—Te ha llamado una chica —me contó Athene, tendiéndome el móvil. Lo cogí, y me dispuse a mirar a ver quién había sido.— No te preocupes, he contestado yo —se apresuró a decirme.— Le he dicho que no estabas disponible ...

—¿Era del ejército? —pregunté, quizá de forma demasiado apresurada.

—Creo que sí —me respondió Athene.— Se llamaba Aleksandra. Me ha pedido que te dijera que han encontrado a Kyura.

Aquello hizo que se me iluminara la cara.

—¿Dónde está?

Athene agachó la cabeza, con una mirada ligeramente preocupada. Sólo aquel gesto hizo que se me viniera el mundo encima, arrepintiéndome ligeramente de haber formulado aquella pregunta.

—Le han visto en Grozni, según me ha contado ... —me dijo Athene, con calma, dándome la mano, tratando de consolarme.

Sabía que me había quedado pálida, y que la cabeza me daba vueltas. Me apoyé en el respaldo del sofá, intentando digerir lo que acababa de escuchar. Ni siquiera sabía qué decir ante la noticia.

Vuk me ofreció un vaso de agua, y bebí, despacio, intentando no atragantarme.

—Tengo que volver y llevarle a mi casa —conseguí decir.— Allí lo matarán ...

—Voy contigo —dijo mi hermano, agarrándome del brazo.

Aquello me preocupó aún más. Me volví hacia él, y le hice una suave caricia en la mejilla.

Nyet, mi amor, es muy peligroso —respondí, tras respirar hondo— No me lo perdonaría jamás si te hicieran más daño del que ya te ha hecho la alianza atlántica.

El pequeño serbio pareció entenderlo, pero me abrazó con fuerza. Le abracé de vuelta, sintiendo un nudo en la garganta. La griega también nos abrazó. Unos minutos después, nos levantamos y me dirigí hacia la puerta. Athene y Vuk me despidieron.

—Ten cuidado —me pidió Athene, en un tono preocupado.

—Lo intentaré —respondí.

21 de noviembre

Después de haber pasado todo el primer trimestre del año bajo las bombas de la OTAN, lo que menos quería hacer era volver a pisar un escenario de guerra. Pero no podía dejar que Kyura estuviera solo por Chechenia. Era consciente de lo vinculado que estaba a su gente, y era la primera en entenderle. Pero ... Pero no, ya había visto suficientes horrores. Y él no se merecía ver más muerte sólo porque yo fuera incapaz de predecir y controlar las acciones del borracho que tenía por presidente.

Fuera, se oyen explosiones constantes. Me he intentado secar las lágrimas de las mejillas ya unas siete veces, todas ellas sin éxito. Agarré mi AK-47 fuerte contra mi pecho. Reconstruir Grozni después de aquello iba a costar lo que no estaba escrito. No ... Aquello no era lo que más me dolía. Los edificios se podían reconstruir. Costaba, pero se podía. La vida no. No había recursos sobre el planeta que permitiera traer de vuelta a todos aquellos que habían perecido por culpa de las bombas y los disparos.

Lo que peor me hacía sentir era pensar que aquella situación era culpa mía, por exigirle una respuesta contundente contra el separatismo. Sí, quería una respuesta contundente, eso era verdad. Y ahora pensaba que no merecía la pena. No quería perder Chechenia y separarme de Kyura. Pero si el precio a pagar era tanta muerte y tanta destrucción ...

1999: El Fin del MilenioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora