Capítulo 12: Lo que nos Hace Sentir Bien

54 11 4
                                    




💜Jane💜




~17/12/2022~




Mi piel empieza a hormiguear cuando veo que Alessio empuña su cuchillo y me extiende una toalla limpia. Sin perder tiempo, me indica que la envuelva alrededor del cuello del tipo y apriete para cortarle el aire.

La alfombra y la música encubren en sonido de mi calzado y cuando estoy lo suficientemente cerca, de un movimiento rápido, envuelvo la tela en el cuello del hombre. Al le toma por sorpresa lo que hago y con prisa trata de liberarse del agarre.

Aprieto más evitando a toda costa que me tome de los brazos y antes de que pierda la conciencia, Alessio clava su cuchillo más debajo de donde está la toalla. De ahí, hace todo lo posible, por lo que el cuchillo descienda.

Se detiene por unos segundos cuando el arma llega hasta el pecho y dejando la piel expuesta a un lado, pasa a mirarme. Me quedo admirando cada facción de su rostro hasta que se acerca y me da un beso rápido.

—No dejes de apretar, Violett —lo hago más fuerte hasta que escucho un crack que me deja petrificada —. Eso, así está bien.

Continúa usando su cuchillo hasta que ciertos órganos del hombre terminan despilfarrándose en el agua y el agua, tiñéndose de un rojo muy llamativo.

En el momento en el que noto que el cuerpo está inmóvil, dejo de ejercer presión en su cuello y arrojo la toalla en una esquina del baño.

Alessio se encarga de que el cuerpo se sumerja por completo y a causa de eso sus manos terminan rojas por el líquido carmesí. A él parece darle igual, pero yo no puedo dejar de ver sus dedos.

—Debemos irnos —avisa, mientras se lava las manos y organiza lo que uso.

Sin embargo, cuando él ve que yo solo me concentro en mirar la sangre, me toma de la mano para sacarme de ahí. En segundos, llegamos al ascensor y directamente presiona el botón de la última planta.

—Puedes quedarte con los guantes —avisa cuando las puertas se abren, dejándonos en el último piso.

—¿Te pensaste acaso que te los iba a devolver? —paso por su lado, aun sintiendo mi corazón latir como un loco y al quedar afuera del establecimiento mi cuerpo se estremece por el frío.

—Ten. Después te resfrías de nuevo —me extiende su chaqueta.

—Si me la das no te la voy a devolver.

—Es mi favorita y si tengo que matarte para recuperarla, lo haré —deja la prenda sobre mis manos y caminamos al vehículo.

—Aguarda —lo detengo antes de que suba al puesto del conductor.

—¿Qué?

—Tengo hambre —señalo el comedor que está al frente de donde estacionamos —. Iré a comer algo.

—Jane, no tengo tu tiempo.

—No te dije que te quedaras, puedes irte.

—Yo te traje, yo te llevo.

—Estoy grandecita para ver por mí —me cruzo de brazos—. No te hará menos malo comer en un lugar así, la cara de "me vale mierda todo" la cargas siempre. Así que vamos.

Apariencias©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora