La leyenda del lago encantado

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- No es a mí a quien tienes que pedirle disculpas – Sam llegaba al final del muelle donde Abril la estaba esperando de frente al lago y de espalda a ella.

- ¿Perdón? – Al parecer la morena todavía tenía puesto el disfraz de perra – No creo que tenga que pedirle disculpas a nadie – Empezó la marcha del orgullo Garza

Sam miraba a su novia como si le estuviera haciendo una radiografía, sabía que era orgullosa, era una de las cosas que más amaba de ella, su capacidad de defender su punto hasta el último momento. La rubia suspiraba, por fin podía poner en práctica una de los tantos consejos de su padre... "Samantha una cosa es lidiar con una mujer enojada, pero otra muy distinta es lidiar con una mujer enojada y orgullosa. Estudia sus movimientos, mírala con cuidado y cuando sea el momento, cuando lo creas conveniente... corre hija... corre por tu vida". Imposible olvidarse a su padre corriendo por el mismo muelle en que estaban paradas ellas en este momento después de que el mismo se había encargado de demostrar con pruebas contundentes como su madre no tenía razón.

Pero esta vez la rubia no iba ser quien diera el brazo a torcer, si la morena quería jugar a las pulseadas, Sam iba a poner resistencia. Manos en la mesa "DING, DING" que empiece la pulseada de una vez por todas

- ¿De que querías hablar entonces? – trato de usar el tono más serio que pudo pero Abril no tenía la más minima idea como se ponía Sam cuando ella estaba enojada. Con una mirada de la morena la basquetbolista ya no estaba en sus cabales, ni le cuento cuando levanta la ceja.... Si por la deportista fuera ya mismo estarían en el lago teniendo sexo de reconciliación.

- Vicky y yo hemos decidido organizar la fiesta nosotras mismas por lo tanto no necesitamos a ninguna organizadora mediocre – afirmó la fotógrafa. Se ve que poco le había servido la prueba de la fidelidad a la diseñadora.

- No – ay rubia, rubia ¿cómo te atreves? – Lo siento pero es una decisión tomada. Florence es la organizadora de la fiesta y es punto final – los brazos seguían en el medio.

- ¿Según quien? – Abril no iba a aflojar

- Según mi – Sam tampoco.

- Y como eres la dueña de la casa todo se tiene que hacer como tú dices ¿cierto? - la sonrisa provocadora que recibió de Sam no le gustó ni un poco – Pues te voy avisando algo... Si esta tipa vuelve, no hay fiesta – la muñeca de la deportista no flaqueo ni un segundo.

- Primero que esta casa es tanto tuya y de Estela como mía – el brazo de la morena se aflojaba y la basquetbolista aprovechaba para ganar terreno – y segundo... y presta mucha atención a lo que voy a decir... la fiesta se hace con Florence, estén o no estén ustedes... ¿Necesitas que lo repita Garza? – corre Sam, corre era lo único que sonaba en la cabeza de la rubia cuando veía la furia salir por los ojos de su novia – Es más - ¿Más? – Para mañana, cuando la Señorita Anderson llegue a hacer su trabajo, tú y Vicky van a tener una disculpa preparada – La mano de la morena estaba rozando la mesa.

- ¿Por qué tu me vas a obligar? – Abril se resistía a perder.

- Si quieres ponerlo así. Entonces si – Uff la morena la estaba aniquilando - ¿Necesitas algo más? – Ya casi.

Abril cerro la distancia entre ellas – Ni pienses que esto va a quedar así – le susurró en el oído para luego seguir caminando en dirección a la casa.

- Estaría muy decepcionada de ti si lo dejaras pasar – grito la deportista en dirección al lago. Lo cierto es que nunca tuvo que darle la espalda a su novia. ¡SPLASH! Al agua pato diría Nuvia.

Un empujón de Abril y Sam estaba en el lago – No me agradas – le dijo la morena antes de volver a marcharse.

- ¡TE AMO! – Le grito Sam desde el lago – Sólo tenías que correr Sam... sólo tenías que correr. No aprendes nunca – se repitió a si misma al mismo tiempo que escuchó otro chapuzón al lado de ella - ¡Chipo! ¿Vienes a rescatarme o estás huyendo de Estela? – El cachorro se le acercaba nadando como podía – Hay que tener cuidado con las Garza ¿sabes? Hay un pequeño momento entre que te miran y empiezan a hablar en el que te pierdes por ellas y hay es cuando ¡ZAS! Atacan – el cachorro ladró – Si, lo se. A mi también me tienen loca Chipo. A mi también – suspiró.

Cuándo, Dónde y Cómo el Amor Quiera (RIVERS x ARI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora