Para el chico amable.

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Al poco tiempo de llevar a cabo aquel juego de mochilas,

Te cedieron el asiento.

Ni siquiera me volteaste a ver,

Y te sentaste.

Cada uno seguía con sus audífonos.

Pero yo, no te perdía de vista.

Eres una persona amable, ¿lo sabías?

De las dos veces que te cedieron un asiento,

dos veces lo otorgaste a una persona que creiste que lo necesitaba más que tú.

Eras una persona amable, porque le sonreías a las personas que chocaban contigo.

Les sonreías y les dabas las buenas tardes.

¿Lo malo? Íbamos a mitad de camino.

Pronto uno de nosotros tendría que bajar sin mirar atrás.

Para el chico de la mirada perdida:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora