Capítulo 4~Desde pequeño

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Maratón 2/5

La muerte en vida comenzó en el mismo instante en que aceptó su destino

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La muerte en vida comenzó en el mismo instante en que aceptó su destino. Kim Mingyu no tardó ni 24 horas en mudarse a palacio, aún si era a un área diferente a él príncipe, y adeñuarse de su horario. Así es, cuando MinHo llegó a la mañana siguiente a la fiesta al cuarto de Jimin y le comunicó que ahora tenía un itinerario que seguir ordenado por su prometido... Jimin extrañó como nunca la idea de aburrirse por no tener nada que hacer.

Las órdenes de su futuro esposo no fueron muy claras, sin embargo lo tuvo encerrado en su cuarto por más de tres días hasta que se dignó a pedirle su presencia en una de las salas de lectura de palacio.

-Alteza. -Jimin miró a su guardia personal, su voz podría hacer eco en los pasillos y debían ser extremadamente silenciosos. -Investigué estos días sobre su prometido. No es lo que dice ser, sin embargo es un gran enbaucador. -MinHo calló cuando la sirvienta de la cocina pasó por su lado. -Algo me dice que todo esto no es casualidad, algo hay que no me gusta; alteza.

-No digas nada de lo que te puedes arrepentir. -Respondió en cambio de Jimin. La furia de la protección en el mirar de MinHo le asustó y preocupó. -No quiero perderte a ti también.

-¿A qué se refiere? -Cuestionó confuso.

-Llevo sin ver a mis hermanos tres días, MinHo. -Puntualizó dolido. -Y después de esta conversación, algo me dice, que me perderé a mí también.

Jimin no dio incapié a una respuesta, siguió su camino hasta la sala predispuesta donde le esperba su prometido. Mingyu se puso en pie en cuanto lo vio entrar, arreglando su traje y viéndolo con una enorme sonrisa que se borró en cuento MinHo entró tras Jimin y cerró la puerta.

-¿Deseaba verme? -El Alfa volvió a centrarse en el Omega y asintió de nuevo sonriente.

-Quiero que nos conozcamos un poco y hablemos sobre algunos puntos de nuestro matrimonio. -Jimin lamió sus rechonchos labios y trató de jugar con los anillos que días atrás había regalado y echaba en falta en sus dedos.

El recuerdo de aquel Alfa vestido de negro, que le plantó cara y criticó su estilo de vida le sacó una sonrisa sincera. Una sonrisa que Mingyu tomó para él por equivocación y que murió cuando fue el turno del Beta de llegar a la mente de Jimin. Tal vez no todo estaba perdido. Si Mingyu había criado a JungKook y JungKook era tan benevolente y dulce, además de que quería hablar con él, tal vez su matrimonio podría ir bien. Capaz podría enamorarse.

-¿Conoce usted al Auror Jeon? -MinGyu perdió de nuevo su sonrisa y asintió tomando asiento en una de las sillas alrededor de la mesa de café.

-¿Por qué lo pregunta? -Jimin copió su gesto y adoptó una postura rígida y fina de piernas cruzadas en su lugar.

-Lo conocí en mi fiesta de cumpleaños y me resultó muy amable. -Respondió sincero, las oscuras cejas del Alfa se arrugaron.

-JungKook y Eunwoo serán grandes Aurores para el pueblo. -Jimin asintió viéndolo fijo a los ojos. La mirada detallada que lo analizaba le hacía sentir un trozo de carne frente a lobos hambrientos. -Quiero preguntar, y disculpe mi desfachatez, si usted se había fijado en mí antes de nuestro compromiso.

-Sinceramente...

-Piense bien su respuesta. -El tono alegre del hombre cayó levemente al interrumpirlo y Jimin tensó sus hombros antes de asegurarse de que MinHo seguía allí, en la sala, junto a él para protegerlo.

-No tengo grandes recuerdos de usted a mi alrededor si soy sincero. -Confesó, no queriendo construir un matrimonio en mentiras. -Sé quien es, lo he visto, pero nunca me había fijado en usted. Hasta hoy no podría haber sabido que sus ojos son de ese color. -La carcajada altanera del Alfa rebotó en la estancia.

-Sin embargo yo podría decir cada lunes que tiene su piel a la vista, cada peca en sus mejillas, los colores de los trajes que portaba cuando hemos coincidido o relatar cada palabra que he escuchado de su linda voz. -Jimin cruzó sus piernas, sus brazos sobre su pecho, una clara negativa a los cumplidos que estaba recibiendo. No eran las palabras, tampoco la sonrisa con las que eran dichas, sino el tono. Un tono que escondía una lujuria en exceso y reprochable para alguien que se habia dedicado a la santeria por propia vocación y de esa edad para con alguien de la de Jimin. -Me enamoré de ti en cuento te conocí al volver al pueblo, ¿no me recuerdas?

-No, lo lamento. -Confesó haciéndose más atrás en la silla.

-Tu pequeño hermano JungWon acababa de nacer, te perdiste entre la multitud y un hombre trató de secuestrarte. -Claro que lo recordaba, había sido el peor día de su vida, aunque ahora parecía estar bajando al segundo puesto. -Un pobre ladroncillo repudiado, junto a uno de mis Betas, te ayudó y yo llegué a espantar a ese desalmado ser que pretendía herirte. -La puerta fue golpeada y un sirviente entró a dejar café, té y galletas sobre la mesa que loa dividía justo cuando Mingyu terminó de preguntar.-¿En serio no lo recuerdas?

El pequeño, que Mingyu denominaba un ladroncilo repudiado, fue quien detuvo al hombre de secustarlo. El Beta, que Mingyu proclamaba como suyo siendo una persona y no un objeto, fue quien se unió con grandes palabras a defenderlo. Esos cachorros fueron quienes le salvaron y captaron su atención en aquel momento, no el hombre que lo contuvo contra sí hasta que la guardia real terminó por detener a quien trató se matarlo.

Una vez el sirviente se fue y volvieron a estar solos, con MinHo junto a la puerta, Jimin comprendió algo terriblemente asqueroso y vomitivo.

-Tú ya eras un adulto cuando yo aún era un niño y dices que te enamoraste de mí. -El respeto y honorífico desapareció en cuento Jimin fue consciente de la atrocidad que estaba escuchando. Su prometido, sin duda, estaba obsesionado con él desde hacía demasiado tiempo.

-El amor no tiene edad, los grandes filósofos lo dicen. -No lo negó, Mingyu no lo negó.

-Ellos se refieren a que en cualquier edad uno se puede enamorad, no que sea correcto obsesionarse con un menor. -La sonrisa seguía siendo bella y brillante en el Alfa, el rostro de Jimin se arrugana asqueado por momentos.

-Piensa lo que quieras, Jimin. -El muy bastardo había decidido no mostrarle respeto, gastando su nombre y hablándole de tú. -Pero a fin de cuentas mis planes funcionaron y ahora soy tu futuro esposo, tu futuro rey y eres mío.

-Yo no soy de nadie y hablaré con mis padres sobre esto... -La ferocidad con la que Mingyu su levantó para imponerse sobre Jimin, hizo a este gritar bajo y asustado. MinHo corrió hacia ellos dispuesto a sacar su espada, Mingyu solo levantó un dedo en su dirección como advertencia.

-Hazme algo y eres Alfa muerto, eres un simple siervo. -Jimin le pidió a MinHo que guardara su espada y este obedeció sin alejarse de ellos. -Vamos a dejar un par de cosas claras por aquí. -Continuó arreglando de nuevo su traje. -No quería que fuera de este modo, creí que podríamos negociar, pero viendo tu temperamento de Omega caprichoso no me queda más remedio que recordarte que no eres ni serás, jamás, nada ni nadie sin mí. -MinGyu rodeó la mesa de café, abrazando con sus manos con fuerza los reposabrazos de la silla de Jimin para encarcelarlo con su imponente figura inclinada hacia la suya.

-Alteza. -MinHo volvió a sujetar su arma, Jimin le negó con velocidad y miedo a que fuera herido.

-Empecemos por este molesto guardia. -La fiereza con la que hablaba dejó sumiso a Jimin al punto de solo poder asentir a cada una de sus demandas. Su pobre e indefenso Omega puro, temblando y llorando en el páramo de su pecho, pienso ayuda y socorro en susurros y aullidos bajos casi imperceptibles. -Tendrás cuatro guardias nuevos y serán de mi elección, no podrás ir jamás a ningún lado sin mi autorización, no puedes juntarte con tus padres o hermanos sin mi presencia o la de mis guardias, si ellos te exigen algo debes hacerlo porque será bajo mandato y fingirás tan bien que me amas que hasta tu lobo lo terminará creyendo.

Cobalto ~ VKookMin ~ OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora