JungKook y Eunwoo, ambos Betas Aurores de Cobalto, ofrecían a la Madre Luna las ofrendas y rezos propios del día deseándole su descanso durante el día. Las plegarias para el pueblo eran globales a todos, que terminara la hambruna y salud, y luego estaban los casos específicos que ellos habían atendido a lo largo de las semanas. El mayor pedía por ese cocinero de palacio que lloraba el malestar de sus amos pequeños y JungKook se dedicó su tiempo en pedir por Taehyung.
"-Amada Madre Luna, te pido clemencia por el bienestar del Alfa Kim TaeHyung. No es un mal hombre, lo puedo sentir en su esencia, mirar y lobo. Tal vez ha tenido la desgracia de nacer demasiado inteligente para esta sociedad en la que habitamos. No le produzcas desgracias, tal vez enseñanzas, pero siempre con grandes recompensas. Sobretodo, bendiciones cargadas de amor."
Fuertes golpes en la puerta del santuario alertaron a ambos Aurores, Eunwoo parecía seguir rezando, por lo que JungKook se levantó de su posición de rodillas y caminó tranquilo por el gran pasillo. Los golpes se intensificaron y con ellos vinieron los gritos de súplica.
-¡Derecho de asilo! -Gritaba una y otra vez, cada vez más desesperado, el hombre fuera del lugar. JungKook corrió los últimos pasos hasta abrir el gran portón. La mirada color chocolate cayó con fuerza sobre la almendrada asustada. La gran capa de color azul cobalto cubría el cabello que él conocía como castaño y sabía que brillaba al sol rubio. -Ayúdame, por favor. -Dijo Jimin en cuanto pudo volver a hacer salir su voz. -Te lo suplico.
JungKook no tuvo que pensarlo mucho más, fue un impulso que nació desde su lobo. Tomó la mano que había estado aporreando su puerta, con los nudillos magulados ante la fuerza con la que lo había hecho, y entró a ambos hombres al santuario cerrando la puerta tras ellos.
-¿Qué ocurre alteza? -Preguntó aún sosteniendo su mano, giandolo a uno de los bancos más cercanos al altar.
-Me quieren capturar, me van a matar. -Eunwoo al fin terminó y llegó junto a ellos, tan o más, sorprendido que Jeon.
-¿Quién querría hacerle eso? ¿Los rebeldes? -Preguntó Eunwoo, Jimin negó rápidamente.
-Estaba secuestrado, él me está obligando a hacer cosas que no quiero y sé que me hará cosas peores. -Miró esperanzado a ambos Aurores, de nuevo miedo ante la realidad. Esos dos hombres ante él, aún si eran debotos de la Madre Luna, eran los discípulos de su captor.
-Jimin. -Su nombre acarició sus sentidos, aquella voz dulce y masculina a la vez le proporcionó una calma falsa y efímera para hacerle prestar atención. -Dígame qué ocurre. -Pidió de nuevo JungKook. -Sea cual sea su temor, mi lealtad siempre será a mi razón y a la Madre Luna.
-JungKook. -El príncipe soltó el agarre que aún mantenía en su guardia MinHo y tomó ambas manos del Beta. -Necesito escapar de MinGyu.
El silencio volvió a ser frío en el lugar, las velas de los rezos ondeaban con fuerza y el aroma a incienso taponaba cualquier olor entre ellos. Sus orbes volvieron a conectar, buscando una verdad que no podían encontrar y a su vez gritando miles de veracidades.
JungKook tomó la valentía, la osadía en otra ocasión, de retirar la capucha de la capa del príncipe. La suave y brillante piel pálida a la vista estaba rojiza y morada en algunas zonas, unas costras que dejaría cicatrices en su labio y mejillas. Abarcó su mejilla más magullada, dando caricias con su pulgar a la unión de sus labios en el lateral mientras lo analizaba.
El sorpresivo golpe se la puerta tratando de ser abierta a la fuerza les hizo volver a la realidad en la que no estaban solos como ellos habían comenzado a sentir. Los guardias que perseguían a Jimin gritaban exigiendo que abrieran, rápido la voz de MinGyu se hizo escuchar.
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Cobalto ~ VKookMin ~ Omegaverse
FanfictionSer puro y refulgente era imprescindible en la diligencia de la monarquía Park. Belleza, gentileza, dulzura pero mano firme, sonrisas, respuestas elocuentes... Todo aquello era una maravillosa pantomima que el heredero, Park Jimin, tuvo que obligars...