YunHo no había corrido más en su vida, no dudando al echarse a TaeHyung a su espalda para cargarlo. Sin embargo, aún si creía que perdería la conciencia en cualquier momento, el líder de la Villa tuvo que actuar como aquello... un líder. Cuando varios de sus hombres llegaron también ante los gritos de ayuda de Jimin y JungKook, TaeHyung se erguió y mantuvo firme ocultando su dolor.
-Rastrear la frontera. -Demandó, mostrándose fuerte y orgulloso cual el Alfa que era, a SeongHwa y JiSung. -No pude acabar con todos y ahora saben qué y quién soy.
Los Alfas marcharon y TaeHyung, solo de nuevo con sus amores y su mejor amigo, perdió la fuerza dejándose caer sobre YunHo. Este al fin lo cargó y llevó hasta su casa siendo seguido por Beta y Omega.
-Iré a buscar a sus madres. -TaeHyung fue dejado sobre las mantas en el suelo de madera y, en lo que cerraba sus ojos tratando de respirar algo que no fuera aire con hielo, los contrarios comenzaron a encender la leña en la chimenea.
Horas después, heridas sanadas y cuerpo envuelto en mantas cálidas y despojado de ropa mojada, TaeHyung volvió a abrir sus ojos chocando directamente con las llamas rojizas ardiendo ante él. A un lado de la chimenea, pero de frente a esta, una de las mantas cubría dos cuerpos abrazados.
JungKook tenía rodeado a Jimin entre sus brazos, pegando la espalda delgada y menuda a su pecho, y, mientras con su brazos izquierdo rodeaba su vientre, con su mano derecha acariciaba más mejillas rojas por calor del Omega. Jimin, cómodo en esa posición y con las caricias, tenía entre sus manitas la grande del Beta que rodeaba su vientre.
TaeHyung se movió con lentitud, arrastrándose prácticamente, hasta aparecer en el campo de visión contrario. JungKook quiso ayudarlo, Jimin abrió sus brazos y portó la mano de JungKook con una suya. El gran Alfa temido se dejó reposar sobre ellos, su rostro ladeado cerca del cuello del Omega, los brazos de este rápidamente conteniéndolo.
-Dulce, dulce Omega.
El aroma en Jimin se había endulzado desde la última vez que lo había captado en solitario. Tal vez era la forma en la que parecía haberse abierto y expresado sus sentimientos, tal vez era la mezcla cercana con el aroma casi neutro de JungKook o tal vez algo que solo un Auror podía explicar.-Los Omegas son dulzura, los Alfas son seguridad y los Betas son...
-Unidad. -Concretó TaeHyung, en un bajo susurro, aquello que le había confirmado cuentos de veces con libros, relatos y azañas pasadas a su hermana Lisa.
-El aroma de los Omegas siempre trae añoranza a la felicidad, a esos pequeños momentos que son tuyos y de una persona especial. -Continuó el Beta, sus largos dedos se pedideron ahora en el espeso cabello rizado, y aún algo húmedo, del Alfa. -El aroma de los Alfas siempre enmarca el hogar, tonos terrosos y amaderados que te hacen sentir como en casa con esa persona. -Alfa y Omega alzaron la vista viendo los grandes ojos oscuros de JungKook. -Y mientras vuestros aromas evolucionan y se imponen con felicidad u hogar para el contrario, dictaminando así que la Madre Luna os ha aceptado como Destinados, los Betas siempre somos el lugar al que huir cuando la infelicidad o soledad vuelve.
JungKook tenía un punto, algo cierto y verídico. Cuando un matrimonio o enlace, entre Alfa y Omega, había sido bendecido por el destino, solo podrían encontrar el amor y la paz juntos. Sin embargo, como parte humanos racionales que eran, no siempre el amor lo vence todo. He ahí cuando el Beta hacia su aparecieron en una relación de destinados, hacía su papel como Auror que aconsejaba y ayudaba a que la relación volviera a ser estable. Así lo marcaban los libros, así lo decía la historia.
-Pero, Kookie. -Llamó Jimin elevando su rostro a verlo. -Tú también hueles diferente a hace unas horas.
El aroma del Beta se había aligerado, más sutil y suave, pero a la vez más definido y notable. JungKook sonrió de lado.
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Cobalto ~ VKookMin ~ Omegaverse
FanfictionSer puro y refulgente era imprescindible en la diligencia de la monarquía Park. Belleza, gentileza, dulzura pero mano firme, sonrisas, respuestas elocuentes... Todo aquello era una maravillosa pantomima que el heredero, Park Jimin, tuvo que obligars...