Ser puro y refulgente era imprescindible en la diligencia de la monarquía Park. Belleza, gentileza, dulzura pero mano firme, sonrisas, respuestas elocuentes... Todo aquello era una maravillosa pantomima que el heredero, Park Jimin, tuvo que obligars...
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En la pequeña Villa los sonidos de la mañana atareada resonaban entre las altas copas de los árboles que cubrían a la vista de todos los denominados rebeldes. Cada uno tenía sus quehaceres y muchos de ellos empezaban al alba con los primeros rayos de sol despidiendo a la Madre Luna.
JungKook era, obviamente, un hombre de fe. Todos allí lo habían aceptado así, sin cuestionar el porqué un Auror había terminado escondido y huyendo de la justicia como ellos. En ese pequeño periodo de tiempo había conocido prácticamente a cada uno de los habitantes de la Villa. Para Jeon, ninguno era malo y merecía estar profugo como lo estaban.
Había conocido casos absurdos como el de YunHo. El joven Alfa y mano derecha de TaeHyung había huido al bosque junto a su abuela, lamentablemente recién de meses difunta, porque al quedar huérfano a causa de una gripe la pobre mujer se vio en la obligación, con su aumentada edad, de robar para darle de comer a su nieto ya que no podía trabajar.
Muchos eran casos similares, sobretodo los de los más jóvenes y allegados a su edad. Mingi había sido denunciado y tachado de secuestrador cuando lo único que había hecho era sacar de una casa abusiva a su Omega HoonJong. SeongHwa había tratado de denunciar a su padre por querer vender a sus hermanos menores WooYoung, San y JongHo; siendo ignorado y finalmente matando al hombre para después huir por miedo a tomar la justicia por su mano.
Esos eran los casos más extremos y a la vez naturales. Después habían otros que habían hecho tambalear sus creencias. Sobretodo los del pequeño grupo de amigos de seis miembros que vivían y trabajaban juntos en el campo de vegetales. SooBin era algo así como su cabecilla, siendo seguido por YeonJun, BeomGyu, TaeHyun, Kai y Heeseung por orden de edad. Eran Omegas y Betas y venían de la parte más rica de Reino Celeste. Habían nacido en cuna de oro y por simples creencias de sus padres en contra del régimen implantado por los reyes, estos habían sido desterrados.
Luego estaban los mayores protestantes, unos jóvenes que se hacían llamar entre ellos los niños perdidos. Huérfanos desde temprana edad, tratados como sirvientes y esclavos por quienes les adoptaron. Escaparon de sus aprensores y llegaron al lago donde TaeHyung los recibió con los brazos abiertos. BangChan, ChangBin, SeungMin, Felix JiSung y JeongIn eran unos antisistema que odiaban las leyes hechas por ricos y para los ricos.
En las conversaciones que JungKook había tenido con ellos, en conjunto o de forma individual como Auror, podía comprender el odio hacia la realeza y las leyes. Su propio animal quería luchar contra las normas establecidas que tantos años, casi toda su vida, lo habian hecho prisionero falso. Un prisionero libre tan solo hasta donde la correa a su cuello lograba alcanzar lejanía.
-Y así es como sabemos si la Madre Luna está dispuesta a escucharnos o no. -La mirada fija de la infanta sobre él le hizo reaccionar y dejar de ver como YeonJun reía a carcajadas por la caída de WooYoung y ChangBin.
