Ser puro y refulgente era imprescindible en la diligencia de la monarquía Park. Belleza, gentileza, dulzura pero mano firme, sonrisas, respuestas elocuentes... Todo aquello era una maravillosa pantomima que el heredero, Park Jimin, tuvo que obligars...
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El maquillaje no podía cubrir del todo su marca. La zona roja e hinchada era evidente, pero Jimin se enfundó en un gran cuello vuelto y abrió la puerta de su habitación. Los cuatro guardias le impidieron la salida y ninguno parecía afectado por haberlo estado escuchando por horas llorar.
-Quisiera ver a mis padres. ¿Podría ser? -Si eso era lo que quería Mingyu, si así quería que actuara, jugaría su enfermizo juego hasta que pudiera ganar y liberarse. Esperó paciente, mientras uno de ellos buscaba la aprobación y regresó dando el visto bueno. -Gracias.
Sus padres estaban en una de las salas de descanso, aquellas que utilizaban para estar con sus hijos bastardos o con sus Alfas del harem. Jimin entró y lo primero que vio fue a su antiguo guardia, MinHo, echarlo en falta con amor fraternal. Quería llorar de nuevo, en los brazos de su amigo y protector, más incluso que en los de su madre que estaba tumbada entre dos de sus Alfas en una cama o en los de su padre que jugaba ajedrez con otro de sus Alfas.
-Hola, Jiminie. -YoonGi se puso en pie y se acercó a su primogénito. Hoseok, en concubino preferido de su padre y que era el padre Alfa de sus hermanos Yeosang y Niki, se acercó también para acariciar su cabello con cariño.
-¿Qué le ha pasado, alteza? -La pregunta con tono asustado y preocupado de Hoseok le dio un pequeño rayo de esperanza a su corazón.
-Necesito ayuda, por favor. -Suplicó con la amenaza de un nuevo vendaval de lágrimas en sus ojos claros.
-Hijo, pequeño, no entiendo lo que pasa. -Las lágrimas en Jimin comenzaron a brotar, su cuerpo completo temblando y su llanto alertando a todo presente en la sala.
-Papi, por favor, Mingyu es un mal hombre. -MinHo, preso del pánico, no pudo evitar acercarse a ellos. -No lo quiero, me da miedo. -YoonGi, frente a su hijo, apartó a todos para abrazarlo con fuerza contra sí. -No me obligues a casarme con él.
-Jimin, lo siento. -El aliento cálido en su oído le provocó más escalofríos. -Lo siento, hizo.
Jimin no comprendía del todo porqué su padre le pedía disculpas. Al menos no lo hizo del todo hasta que fue arrebatado con rabia de los brazos de su padre. A cámara lenta lo vio todo. Como MinHo era retenido por dos de los guardias de MinGyu y estos sonreían con burla hacia él. Como YoonGi era arrebatado de su lado con furia y se refugiaba tal cobarde a salvo en los brazos de Hoseok. Como Jshep y Matt se rían como los buitres carroñeros que había estado bordando esos días desde la cama que hacía segundos compartían con su madre. Como su madre pellizcaba sin compasión sobre la herida ardiente del puñetazo en su mejilla.
-Escúchame bien, creo que ya te advertí, aquí tú no tienes elección. -El grito se dolor que quiso soltar fue callado por la brutalidad con la que su madre tapó su boca, uñas afiladas clavadas en su piel. -Vuelve a faltarme el respeto de este modo, vuelve a desobedecerme, y se me olvidará que eres mi hijo.
